Seguimos dándole vueltas a la comida fast-food, que lejos de querer demonizarla, preferimos educar en su uso responsable. Visitar uno de estos establecimientos a diario no es nada saludable, pero ir de vez en cuando y comer de manera razonable puede minimizar daños. Por eso hoy os vamos a dar algunos trucos para hacer más saludable la comida fast-food.
Lo primero y más importante es evitar caer en el “cuanto más grande mejor”. Es muy tentador tener un ración más grande de bebida, patatas o hamburguesa por solo 50 céncimos o 1€, pero la cantidad de calorías, grasas y azúcares se duplican cuando hacemos elecciones “Big”, “Maxi”, “Super” y similar.
Elige bien los alimentos extra, sobre todo en las pizzerias. Evidentemente no es lo mismo añadir extra de ensalada o verduras que beicon, queso, salsa o carne. Une esto a las porciones “Big” y ya tendrás una auténtica fiesta de calorías y grasa bailando en tu estómago.
Minimiza los fritos, aunque haya sitios donde esta opción sea casi imposible, como en establecimientos donde el pollo frito es el rey de la comida. Fritos como las patatas o rebozados además de añadir un extra importante de calorías, tenemos que tener en cuenta que no serán igual de saludables que las frituras que podemos hacer en casa con aceite de oliva, pocas veces usado y bien escurrido.
¿De verdad necesitamos un litro de bebidas azucaradas para comer? Cada vez las porciones son más grandes, incluso ya vemos normal tomar 0.75 o 1 litro de bebidas azucaradas y gaseosas con este tipo de comidas. Esto tiene una clara consecuencia aparte de las calorías: gases y digestiones pesadas.
En resumen, la comida fast-food puede ser más saludable si cuidamos las cantidades, intentamos meter algo de fruta o verdura en lugar de tanto frito y no nos pasamos con la bebida azucarada. Y como dijo un día el amigo Juancamina: “una vez al año no hace daño, una vez al día pobre panza mía“.
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