Guía definitiva del café: variedades, tuestes y métodos de preparación

El café es una de las bebidas más populares del mundo, y en Vitónica eso es algo que nos encanta. Para empezar, porque es la bebida sin alcohol más socializadora del mundo ("¿Nos tomamos un té?" no suena igual).

También por sus múltiples beneficios, siempre que lo tomemos con moderación, para el cerebro, el sistema cardiovascular y la salud en general, así como por la inestimable ayuda de la cafeína que a muchos nos ayuda a arrancar por las mañanas con un poco más de energía.

Pero sobre todo, porque el café es todo lo contrario al aburrimiento: hay tantas versiones y estilos para preparar un café que raro es quien no encuentra la suya. Y precisamente porque hay tanta diversidad en torno al café, hemos pensado hacer una guía para no perderse entre recetas, preparaciones y variedades. Allá vamos.

Arábica vs. robusta

El café que bebemos se fabrica a partir de los granos tostados y molidos del arbusto del café, llamado cafeto. Ese arbusto no es en realidad uno solo, sino que existen dos especies del café, el cafeto arábico y el cafeto robusta, y de ellos salen los dos tipos de café que se consumen en todo el mundo.

Café arábica

El cafeto arábico es el más cultivado desde la antigüedad. Con su semilla se fabrica el café arábica, que supone el 75% de la producción mundial de café porque es un producto más fino y aromático. Su cultivo es más delicado, ya que necesita un clima más húmedo y fresco, situado a entre 900 y 2.000 metros de altitud.

Aunque es originario de Etiopía, hoy los principales productores de café arábica del mundo son Brasil, Vietnam, Indonesia, Colombia, India, Perú y Honduras.

Café robusta

El cafeto robusta, a diferencia del anterior, es más todoterreno: sus cultivos son más resistentes y productivos y se adaptan mejor a terrenos más bajos, secos y cálidos. El café que dan es alto en cafeína, pero más ácido y amargo. Supone el otro 25% de la producción mundial de café, pero se utiliza sobre todo para productos menos selectos, como el café soluble o las mezclas.

El cambio climático y el cultivo del café

A veces nos parece que el problema del cambio climático no va con nosotros porque no afecta a nuestras vidas. Bien, aquí va un impacto considerable: puesto que el cultivo del café arábica es tan delicado y está condicionado por el entorno, la temperatura y la humedad, el cambio climático global podría pone en peligro la actual producción mundial de café.

Esto no solo podría suponer un descenso de la producción y por tanto escasez y encarecimiento de esta apreciada bebida. También pondría en peligro el modo de subsistencia de miles de pequeños y medianos agricultores del mundo, ya maltratados por el sistema del comercio mundial, que verían como su principal modo de vida desaparece o se desplaza a otras zonas del mundo con un clima más propicio.

Para remediar y evitar esto, por un lado, conviene poner nuestra parte para frenar el cambio climático. Utilizar la bici en vez del coche nunca había parecido tan importante, ¿verdad? Por otro, científicos de todo el mundo trabajan para desarrollar variedades de café que puedan sobrevivir en otros climas.

El tostado del café

Otra de las claves que da forma a un café, además de la variedad de la que se haya extraído, es el tostado de los granos. Este proceso produce cambios químicos dentro de la semilla del café, que pasa de ser verde, amarga y tierna a ser oscura, con muchos matices de olor y sabor, dura y crujiente.

Hay muchos tipos de tostado de café, que va desde los más ligeros, en el que el resultado es un café más ácido y claro, a los más intensos, que dan como resultado un café más amargo y oscuro.

En algunos casos, el tostado se realiza añadiendo azúcar a las semillas, y esto da como resultado el llamado café torrefacto, con un sabor más fuerte y un brillo como aceitoso debido al caramelo en que queda convertido el azúcar.

Y una curiosidad: aunque tendemos a pensar que cuanto más oscuro y tostado esté el café, más fuerte es y por tanto más cafeína tiene, de hecho las variedades menos tostadas tienen un poquito más de cafeína.

Moler el café

La mayoría de la gente compra ya el café molido, pero para los apasionados del café, molerlo es parte de la receta y casi un ritual. Porque la cosa tiene su truco.

Para empezar, es mejor moler el café lo más cerca posible del momento de prepararlo para evitar que pierda aromas o en enrancie. Además, dependiendo del método del preparación posterior, será mejor un grado de molido u otro.

Existen distintos método para hacerlo. La más apropiada es utilizar un molinillo con dos elementos giratorios que rasgan los granos de café dejando un resultado uniforme, lo que facilita y optimiza la extracción de los aromas y sabores del café al prepararlo más tarde.

Otra opción es utilizar un sistema de picado con cuchillas, como introducir los granos en una batidora. Aunque es más sencillo y evita tener que comprar un aparato específico para moler el café, este método no deja un resultado tan uniforme.

Por último, y ante la falta de instrumentos específicos, en algunas regiones se machacan los granos de café con un mortero.

Las formas más comunes de hacer café en casa

Como ya hemos dicho, el café es una de las bebidas más personalizables que existen. No solo existen distintos tostados y molidos, también hay muchas formas diferentes de prepararlo, partiendo de las distintas herramientas que se utilizan.

Café soluble

No hay una forma más rápida y cómoda de prepararse el café: solo hay que calentar agua o leche y disolver el contenido del sobre. Eso sí, el resultado no suele ser el más rico para la mayoría de los aficionados al café.

Cafetera de filtro

Eran las más comunes en oficinas y lugares de trabajo hasta que las cafeteras de cápsulas ganaron la partida. Son muy fáciles de utilizar (solo hay que llenar el depósito del agua y colocar el café en un filtro de papel, encenderla y esperar) y tienen la ventaja de que o hace falta estar vigilando el proceso.

Existen versiones muy simples y otras más sofisticadas. Una versión de este tipo de cafetera son las cafeteras Chemex, especialmente apreciadas por su estético diseño pero con el inconveniente de que no tienen un generador de calor, así que hace falta calentar el agua aparte.

Cafetera italiana

Compacta y sencilla, estas cafeteras tienen dos partes (una con un deposito de agua y un cacillo para el café molido y otra donde cae el café ya hecho) que se enroscan entre sí y se colocan en el fuego de la cocina para que al calentarse el agua, se evapore y atraviese el café molido para volver a condensarse ya preparado.

Es fácil de utilizar y de limpiar, y dependiendo del tamaño se puede preparar café para varias personas a la vez. En el lado de los inconvenientes, hay que estar vigilando el proceso para evitar que el café hierva y se eche a perder.

Prensa francesa

Para muchos, el método que mejor combina la sencillez con la alta calidad del resultado. En este dispositivo, el café se empapa en agua caliente para extraer sus sabores y aromas, aceites y cafeína, y luego se prensan los posos para separarlos de la bebida.

La cafetera de cápsulas

Es el método más moderno y ahora cada vez más de moda. Permite una alta personalización del resultado final, afinando en intensidad, aromas y sabores añadidos (¿canela? ¿caramelo? ¿cacao? ¡lo que quieras!). Está ganando terreno a las cafeteras de filtro en muchas oficinas porque es perfecta para repartir el gasto en café: cada uno se compra sus cápsulas y se acabó poner un bote común.

Por el lado de las desventajas, hay que preparar los cafés de uno en uno lo cuál es un engorro cuando hay invitados en casa, es bastante caro en comparación con otros métodos y además genera una enorme cantidad de residuos por culpa de las cápsulas de aluminio.

Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en octubre de 2017 y ha sido revisado para su republicación

Imágenes | iStock

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