Una de las asanas o posturas favoritas para incluir en las sesiones de Yoga, sobre todo al comienzo de las mismas, es Utkatasana o la postura o asana de la silla: una forma estupenda de poner a trabajar la musculatura de nuestra espalda, de la zona media del cuerpo y de nuestras piernas.
Puede identificarse para el público que practica fitness de forma habitual con una media sentadilla (salvando siempre las distancias) y es perfecta tanto para principiantes que comienzan a practicar Yoga como para aquellos que ya llevan un tiempo con esta disciplina y quieren seguir mejorando (alargando el tiempo que pasamos en esta postura). Estos son los beneficios de utkatasana o postura de la silla y así es como puedes hacerla de forma correcta.
Los beneficios de la postura de la silla
La asana de la silla es una postura de Yoga sencilla y apta para todos los públicos que nos ayuda a trabajar la musculatura de los pies (sobre los que recae todo el peso del cuerpo), activa la musculatura de la espalda y de nuestro core y pone a trabajar los músculos de nuestros brazos. Un trabajo muy completo que requiere un solo movimiento.
Entre sus beneficios, quizás el más destacable es la sencillez con la que nos enseña a realizar una elongación axial: un movimiento a través del cual realizamos la a veces confusa tarea de "activar el core o el abdomen".
Cuando nos encontramos ya en la posición de la silla, debemos imaginar cómo nuestra espalda se elonga desde el coxis hasta los hombros (siguiendo el movimiento también con los brazos): esta posición y esta sensación de "alargamiento a través de la columna" hace que la musculatura de nuestro core se active casi de forma automática, algo que nos puede ser útil para reproducir esta activación en otros movimientos o ejercicios.
Además, la postura de la silla nos ayuda a trabajar de forma isométrica la musculatura de los cuádriceps, fortalece los tobillos y nos ayuda a abrir la zona del pecho y el diafragma.
Cómo realizar correctamente la postura de la silla
Para realizar correctamente la postura de la silla partimos de posición de bipedestación (de pie) con los brazos a ambos lados del cuerpo y los pies separados aproximadamente a la anchura de la cadera.
Desde esa posición, inspiramos a la vez que elevamos nuestros brazos hacia el techo, con la musculatura de los mismos activada y las palmas de las manos enfrentadas, y hasta que los llevamos aproximadamente a la altura de las orejas. Al soltar el aire flexionamos ligeramente las rodillas, intentando que estas queden prácticamente a la misma altura que los tobillos (al mirar hacia abajo debes ser capaz de ver los dedos de tus pies; si no puedes, las rodillas están demasiado adelantadas).
Mantenemos esta postura respirando normalmente durante unos 30 segundos. Si somos principiantes podemos mantenerla un poco menos e ir aumentando el tiempo poco a poco.
Algunas consideraciones para realizar bien la postura de la silla:
La espalda no debe inclinarse demasiado hacia delante: no consiste en flexionar nuestra cadera y que nuestro tronco quede paralelo al suelo, sino que debe dibujar una línea diagonal.
Imagina que un hilo tira de tu coxis hacia abajo en esa línea diagonal mientras que otro hilo tira de tu cabeza hacia arriba: así te será más sencillo activar el abdomen para mantener la postura.
Los hombros se encuentras relajados, atrás y abajo, no pegados a las orejas.
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