Es posible que hayamos empezado recientemente a salir a correr - con lo cual todavía estamos adaptándonos al esfuerzo y las necesidades de nuestro cuerpo - o que seamos ya habituales en el running y nos hayamos comenzado a confiar en nuestros conocimientos y hábitos.
En ambos casos, es posible que estemos descuidando la postura corporal. Y es que, las posturas que adaptamos a la hora de correr son tremendamente importante no solo en nuestro rendimiento, sino también en el riesgo que tenemos de lesionarnos. Por ello, te contamos cuáles son las claves para conocer y asegurarnos de que ponemos la postura adecuada durante todo el entrenamiento.
Atender a la postura de los hombros
Una de las partes del cuerpo que más determinará cómo mantenemos la postura del resto del cuerpo, son los hombros. Cuando queremos recolocar nuestra posición corporal, solemos empezar por fijarnos en la colocación de nuestros hombros.
Con el paso de los minutos y el cansancio, es habitual que nuestros hombros se fue hacia adelante, de manera que el cuello se va flexionando hacia abajo, la espalda se encorva y el pecho se cierra. Esto no solo afecta a nuestro cuerpo y a los dolores que podemos padecer, sino que también dificulta la respiración mientras corremos. Por ello, es importante que mantengamos los hombros hacia atrás y hacia abajo, de manera que nos sintamos erguidos.
Cabeza hacia el frente
Es habitual encontrar a corredores que van mirando hacia el suelo o hacia sus pies. En ocasiones se debe al cansancio, pero en otras a la preocupación por la postura que están manteniendo en estos, o a la desconfianza en el terreno por el que estamos corriendo.
Mantener la cabeza mirando hacia abajo provoca que el cuello esté flexionado de manera inadecuada y puede provocar dolores en este y en la espalda. Cuando salgamos a correr es recomendable que mantengamos la cabeza mirando al frente, con la vista fijada en unos dos metros frente a nosotros.
Mantener el pecho abierto
La postura del pecho influirá directamente en cómo respiramos y la respiración condiciona enormemente nuestro rendimiento. Tener el pecho cerrado dificulta mucho que entre el aire a nuestros pulmones y, por tanto, se complica mucho mantener una buena respiración durante la carrera y reducirá nuestro rendimiento y capacidad. Por ello, es importante que mantengamos el pecho bien abierto.
La espalda erguida
En ocasiones intentamos sobrecompensar la postura encorvada hacia adelante de la espalda, haciendo justo lo contrario. Es decir, la arqueamos pero hacia atrás. Esto es un problema porque extendemos el cuerpo directamente hacia el lado contrario de hacia donde corremos.
Por ello, debemos procurar mantener la espalda erguida, sin estirarla hacia atrás ni encorvarla hacia adelante. Para ello, podemos practicar mirándonos en un espejo y reconociendo en qué punto está nuestra espalda bien erguida. Un fisioterapeuta también puede ayudarnos a encontrar el punto exacto y correcto.
Rodillas hacia el frente
Muchos de nosotros tenemos problemas con la postura de las rodillas. Es muy habitual que nuestras rodillas vayan juntándose mientras corremos - pero también en los momentos de descanso -. Esto se conoce como valgo de rodillas y puede generarnos dolores en las mismas, así como en las piernas.
Es recomendable que al correr intentemos fijarnos en mantener las rodillas hacia el frente. Sin embargo, se trata de un movimiento que solemos hacer de manera inconsciente y, en ocasiones, inevitable. Existen ejercicios que podemos realizar para intentar corregir esta postura y, de nuevo, acudir a la consulta de un fisioterapeuta puede ser de gran ayuda.
Colocación de los pies
La forma en la que aterrizan nuestros pies a la hora de correr es también muy importante y algo a lo que normalmente no prestamos tanta atención, especialmente cuando empezamos a correr. Y es que tendemos a creer que el aterrizado de los pies es algo que no hace falta aprender, sino que sabemos hacerlo por inercia.
Esto puede provocar que aterricemos de manera poco eficiente y nos hagamos daño. Lo más recomendado habitualmente es procurar aterrizar sobre el mediopié.
La importancia del braceo
Otra cosa en la que no nos solemos fijar tanto es en el movimiento de nuestros brazos ya que asumimos que, como al caminar, el movimiento de los brazos es algo casi innato y no necesitamos aprender a hacerlo.
Sin embargo, al correr es muy importante que prestemos especial atención al braceo. Al realizarlos los codos deben estar a unos 90 grados, en posición cómoda, y realizando el movimiento de braceo desde el hombro. Es recomendable que intentemos no cruzar los brazos mucho por delante de nuestro cuerpo.
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