Cuando vemos un anciano caminando, es esperable que la velocidad de su marcha sea menor a la de un adulto joven y esto indica en gran medida los efectos del paso del tiempo. Pero la velocidad a la que caminas a los 45 años, es decir, en la adultez o mediana edad, también puede manifestar signos de envejecimiento.
Velocidad de la marcha y envejecimiento funcional y neurocognitivo
Cuando caminamos múltiples sistemas de nuestro cuerpo se ponen en marcha, pues necesitamos músculos que se contraigan, coordinación, atención y respuesta visual, entre otras condiciones para desarrollar esta actividad, y más aun si es a gran velocidad.
Un estudio publicado recientemente en la revista JAMA Network Open evaluó la estructura cerebral, la función neurcognitiva y habilidades físicas en más de 900 personas durante cuatro décadas.
Así, desde la infancia y hasta los 45 años se evaluaron diferentes condiciones que suelen afectarse con el envejecimiento y se los comparó con la velocidad de la marcha, concluyendo que la misma puede ser un indicador de la edad cerebral y corporal.
La velocidad media de caminata fue de 1,30 metros por segundo, pero quienes tenían menor coordinación visual motora, menos fuerza, menos equilibrio, volumen cerebral más pequeño o que evidenciaban deterioro cognitivo desde la infancia hacia la edad adulta caminaron más lento.
Es decir, que quienes caminan más lento a los 45 años pueden sufrir un envejecimiento acelerado y tener no sólo peor capacidad funcional sino también, deterioro cerebral superior a quienes caminan más rápido.
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