Beber leche no es malo para tu salud (si no eres intolerante o alérgico)

Dentro de un movimiento que fomenta una mayor concienciación sobre cómo nos alimentamos, de dónde vienen los alimentos y cómo se producen, hay muchas personas que están tomando la decisión de no seguir bebiendo leche o consumiendo productos lácteos.

Se trata de una decisión legítima en relación con su conciencia, pero hay que separar esas ideas de las que tienen que ver con la salud. Porque lo cierto es que, a no ser que seas intolerante o alérgico a determinados compuestos de la leche, beberla no es malo para tu salud.

Beber leche es una opción más

A alguna gente no le gustan las manzanas, y no las come. Por suerte, hay una gran variedad de alimentos que le pueden proporcionar los mismos nutrientes que le proporcionan las manzanas.

Con la leche ocurre lo mismo. Se trata de un alimento altamente nutritivo con una gran cantidad de minerales esenciales: calcio, magnesio, fósforo, potasio o zinc, además de proteínas y calorías necesarias para que el cuerpo funcione con normalidad. Por eso, a no ser que un problema de salud nos impida digerir la leche con normalidad, se trata de un alimento muy saludable que está a nuestra disposición.

Pero igual que ocurre con las manzanas del anterior ejemplo, se trata de una opción. Los nutrientes que nos aportan los lácteos se pueden obtener de otros alimentos si llevamos una dieta equilibrada, y por tanto es decisión de cada uno consumir leche o no.

Si eres alérgico o intolerante es otra cosa

Para algunas personas el consumo de leche sí conlleva un problema de salud, y son aquellas que padecen o bien intolerancia a la lactosa o bien alergia a la proteína de la leche. Son dos dolencias distintas.

En el primer caso, la persona en cuestión no produce suficiente lactasa, una enzima que se genera en el intestino delgado y que se encarga de procesar la lactosa, un tipo de azúcar presente en los lácteos. Esto provoca que la lactosa pase al intestino grueso y produzca hinchazón, dolor abdominal y diarrea entre otras.

En el segundo caso, el problema no es del sistema digestivo, sino del sistema inmune, que como ocurre con cualquier otra alergia reacciona exageradamente ante compuestos que no suponen ningún riesgo para el cuerpo, en este caso, ante una proteína presente en la leche. Esto puede causar inflamaciones, erupciones en la piel, picores y vómitos.

Mezclar argumentos es hacer trampas

Existe actualmente un interesante e importante debate sobre el origen de los alimentos que consumimos y sus consecuencias: los países desarrollados consumen y desperdician grandes cantidades de alimentos que se producen en gran medida en países en vías de desarrollo a costa de la explotación de sus habitantes y sus ecosistemas.

Es legítimo tomar parte en esta cuestión y decidir dejar de consumir este o aquel alimento. Muchas de las campañas que animan a consumir productos locales y de temporada lo hacen por este motivo.

Pero mezclar en ello los argumentos de salud es hacer trampas y fomentar un miedo a determinados alimentos que no está basado en ninguna evidencia. Es lo que ocurre con la leche, pero también con los alimentos procedentes de la agricultura y la ganadería intensiva, denostando sus efectos en la salud frente a los productos ecológicos cuando lo cierto es que no hay evidencias de que causen ningún perjuicio.

Imágenes | Unsplash
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