En el Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria de Aragón han desarrollado un nuevo tipo de chorizo en el que han sustituido las grasas originales de este embutido por soja texturizada. Así, han reducido hasta un 50% la grasa y también la sal del producto.
Bautizado como "light", (una etiqueta que marca todo aquello que lleva un 30% de grasas menos que su equivalente estándar) este tipo de chorizo de momento no se va a comercializar, sino que forma parte de un proyecto de investigación. Por sus porcentajes menores de grasas y sal, en principio sería más apropiado para personas que sufran problemas cardíacos, así como los que estén preocupados por su peso.
Cuidado con los embutidos light
Sin embargo, a pesar del mérito de este logro científico, conviene no perder de vista que las calorías no son el principal inconveniente del chorizo, ni de otros tipos de embutidos.
Porque lo "light" solo se refiere a la cantidad de grasas, pero en los embutidos, como en cualquier otro producto, es importante no centrarse en un solo ingrediente o componente, sino en el alimento en su conjunto. Por eso, echa siempre un vistazo a la etiqueta más allá del distintivo light y comprueba toda la información nutricional: ¿cuánta sal tiene? ¿Y cuánto azúcar? En los fiambres de pavo o jamón cocido, ¿cuál es el porcentaje de agua? ¿Cuál es el porcentaje de carne real?
Si consumes este tipo de alimentos, no te dejes distraer por la etiqueta de lo light y asegúrate de elegir los más adecuados y de mayor calidad. Aunque por muy bien que elijas, en ningún caso conviene abusar de embutidos y similares.
El riesgo de las carnes procesadas
Porque los embutidos son un tipo de carne procesada, igual que las salchichas, las hamburguesas o el jamón, y la carne procesada es un alimento que conviene tomar con mucha, mucha moderación a causa de sus efectos perjudiciales para la salud. Entre otras cosas, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer la engloba dentro del grupo 1, la de los cancerígenos para los seres humanos.
La IARC, perteneciente a la Organización Mundial de la Salud, incluye en esta categoría a aquellas sustancias para las que hay pruebas convincentes de que causa cáncer. En este caso, han analizado los estudios epidemiológicos que demuestran una relación entre el consumo de cáncer procesada y el cáncer colorrectal. También ha detectado una posible relación con el cáncer de estómago, pero en este caso las evidencias no son concluyentes.
La propia OMS reconoce que no está claro el mecanismo por el que la carne procesada aumenta el riesgo de cáncer colorrectal, y apunta a que durante su cocción y procesamiento se generan algunas moléculas que son las que pueden provocar el riesgo de enfermedad. En concreto menciona las de N-nitroso, los hidrocarburos aromáticos policíclicos y las aminas aromáticas policíclicas.
El riesgo es pequeño, pero existe
En ese mismo grupo 1 está el tabaco y algunas de las moléculas presentes en las bebidas alcohólicas, pero hay que aclarar una cosa: no todas son igual de peligrosas. La clasificación está basada en lo sólidas que son las evidencias de que un producto aumenta el riesgo de cáncer, pero no en cuánto aumentan ese riesgo.
En el caso de la carne procesada, según lo que publica el estudio de The Lancet Oncology que forma parte de los análisis utilizados por la OMS para la clasificación, se calcula que por cada 50 gramos de carne procesada consumida a diario aumenta un 18% el riesgo de cáncer colorrectal. Es decir, que es un aumento evidente, pero pequeño.
Por eso decimos que las calorías son solo uno de los aspectos para moderar el consumo de chorizo y de otros tipos de carne procesada, y ni siquiera son el más importante. Tanto si es light como si no lo es, cuida tu salud reduciendo la ingesta de embutidos y similares.
Imágenes | Pixabay
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