Los más probable es que, a estas alturas, ya todos vosotros hayáis escuchado hablar del kéfir y de sus beneficios como regulador intestinal. Es más, es posible que, incluso, alguno de vosotros lo cultive en su propia casa. Para otros, quizás, la posibilidad de cultivar kéfir en casa os suene a chino y no supieráis hasta ahora es que eso es algo que no solo se puede hacer, sino que se hace.
El kéfir es un alimento que se genera a partir de un hongo - que lleva el mismo nombre - y que es conocido por su capacidad de modular la flora intestinal y sus beneficios inmunológicos. El kéfir puede realizarse a partir de leche o a partir de agua y con el hongo kéfir. El más conocido y utilizado es el de leche y es en el que vamos a centrarnos hoy, para explicar qué es exactamente, cuáles son los beneficios y propiedades que nos aportan y cómo podemos conseguir prepararlo en nuestra propia casa.
Particularidades del kéfir de leche
El kéfir de leche, igual que es el agua, está elaborado a partir de nódulos del hongo kéfir y, aunque ambos comparten la misma microflora, están adaptados a medios distintos. En el caso concreto del kéfir de leche, depende de dos fermentaciones distintas: la del propio hongo y las bacterias que lo componen y la de la leche.
La diferencia con el de agua es que, al tener la fermentación de la leche, resulta más sabroso para muchos de nosotros, además, su textura es más suave y puede resultar más agradable de consumir. Hay que tener en cuenta que el kéfir de agua casi parece una limonada gasificada. Es por esto que, muy probablemente, el kéfir de leche sea del que más hayáis escuchado hablar o el que más fácilmente se puede conseguir en tiendas y comercios.
Propiedades y beneficios del kéfir de leche
Una de las cosas que debemos tener en cuenta, con respecto al kéfir de leche es que parte de su valor nutricional dependerá de la leche que utilicemos. En genera, se recomienda utilizar leche entera pasteurizada. En cualquier caso, nos aporta vitamina del grupo B, minerales, calcio, y algunos aminoácidos esenciales.
Al igual que otros lácteos fermentados que podemos encontrar el proceso de fermentación provoca que gran parte de la lactosa se convierta en ácido láctico, lo que lo convierte en más digestivo y hace de él un buen probiótico, ayudando a que se nutra nuestra microbiota intestinal. Entre otras cosas, parece que podría ayudar a regultar también nuestro sistema digestivo.
Además de eso, este alimento ayuda a reforzar nuestros sistema inmune, haciendo que se mantenga más fuerte y saludable y ayudando a prevenir posibles infecciones que nos ataquen. Se trata de un producto que, además, ayuda a sintetizar las vitaminas presentes es los alimentos, además de ayudar a digerir macronutrientes como las proteínas o las grasas, facilitando su asimilación en el estómago.
Cómo se prepara el kéfir de leche en casa
Para poder elaborar el kéfir de leche en nuestra casa solo necesitamos leche - preferiblemente entera - y nódulos de kéfir. En un tarro de cristal introduciremos los gránulos de kéfir que queramos tres cucharadas soperas de leche entera por cada cucharada de kéfir que hayamos utilizado. Es importante que recordemos dejar un tercio del frasco de cristal vacío para que los gases propios de la fermentación tengan espacio.
Es recomendable que el tarro tenga un cierre hermético, pero si no lo tiene podemos usar un trapo de tela que ataremos al taparlo. Posteriormente, ya solo queda dejar la mezcla durante unas 24 horas a temperatura ambiente (aprox. 20º). Cuando haya pasado ese tiempo ya puedes colar el líquido resultante para separarlo de los nódulos de kéfir. Es recomendable que no utilicemos elementos de metal para colarlo. Una vez que lo tengamos podemos utilizarlo para hacer diferentes recetas como un postre de naranja y kéfir con crema de cacao, sour cream, o incluso pan con kéfir.
Imágenes | Wikipedia Commons, Flickr, Directo al Paladar
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