Lácteos en mayores de 50: por qué consumirlos y cuáles elegir para beneficiar la salud

Si bien los lácteos no son un grupo de alimentos imprescindible en ninguna etapa de la vida, a medida que cumplimos años pueden tener una mayor relevancia. Por eso, te contamos cuáles elegir y cuántos se deberían consumir después de los 50.

Los lácteos en los adultos mayores

Como hemos dicho, los lácteos no son esenciales sino que podemos obtener sus  nutrientes de otros grupos de alimentos. Sin embargo, es importante aclarar que son fuente de minerales, vitaminas y proteínas valiosas entre los adultos mayores.

En primer lugar, los lácteos pueden ofrecer una gran cantidad de calcio que ayuda a cubrir la cuota incrementada en los adultos de más de 50 años, de 1200 mg  diarios; ofreciendo el mismo tiempo vitamina D y resultando esto apropiado para aprovechar al máximo este mineral que favorece la conservación de masa ósea.

De igual forma, son fuente de proteínas de calidad que después de los 50 años pueden ayudarnos a prevenir la pérdida de fuerza y masa muscular que ocurre de manera natural como proceso asociado al envejecimiento.

Por todo esto, el consumo de lácteos puede ser de gran utilidad después de los 50 años; pues además se ha asociado su perfil nutricional a menor riesgo de osteoporosis y su consumo estaría vinculado a una inferior probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Cuáles elegir y cuánto consumir

Si bien la leche constituye una de las alternativas más recomendables por ser un alimento natural y con alto contenido acuoso que favorece la hidratación, también podemos elegir otros lácteos como pueden ser aquellos fermentados como el kéfir de leche, leches fermentadas o yogures, que son fuente de probióticos que benefician la flora intestinal, o bien, el queso que es una de las alternativas lácteas más concentradas en proteínas, calcio y vitamina D.

En todos los casos, es recomendable evitar los lácteos con azúcares agregados y priorizar las opciones enteras, que debido a que no se extrae su porció  grasa conservan una mayor cantidad de vitaminas liposolubles como  vitamina D o A.

Respecto a cuánto consumir, dependerá mucho de los lácteos a escoger y de la composición de nuestra dieta diaria; pudiendo acudir a una porción de 200 ml de leche o yogur cada día y obtener el resto de la cuota de calcio y proteínas de otros alimentos; o bien, ingerir entre dos y tres porciones diarias de lácteos si no somos asiduos al consumo de otros alimentos fuentes de este mineral y de proteínas que ayudan a conservar masa magra.

Como podemos ver, los lácteos cobran importancia a partir de los 50 y su consumo puede ayudar a preservar la salud, especialmente si los incluimos como parte de una dieta equilibrada y junto a otros hábitos de vida sana.

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