Lo que nos dice la ciencia sobre la dieta mediterránea por intercambios

Se hizo famosa porque es la que siguió el cocinero Alberto Chicote, que la retrató en uno de sus espacios televisivos. La dieta mediterránea por intercambios, que tuvo su punto máximo de fama hace un par de años pero que no ha desaparecido desde entonces, es un enfoque interesante a la hora de perder peso.

Una de sus cartas de presentación es la flexibilidad: en vez de imponer estrictos menús, ofrece distintas alternativas para cada grupo de nutrientes que la persona que la sigue puede ir eligiendo según sus gustos.

¿Qué es la dieta por intercambios?

Se trata, más que de una dieta fija, de un sistema de alimentación en la que se entregan a la persona que la sigue unas listas de alimentos y cantidades que son intercambiables. Por ejemplo, en vez de indicar "100 gramos de pollo a la plancha" para la comida, se indican un listado de distintos alimentos con un contenido similar en proteínas para que cada uno elija aquello que más le apetezca.

En total se señalan 6 grupos de alimentos: lácteos, alimentos proteicos, verduras, alimentos con hidratos de carbono, frutas y grasas. Tras un estudio previo de cada paciente, un nutricionista documentado habrá fijado las cantidades necesarias de cada uno de esos grupos de alimentos, y le indicará cuántas raciones de cada uno debe incluir en cada comida.

De esta forma, una comida estará compuesta, por ejemplo, de dos raciones de alimentos proteicos, una de verduras, cuatro de hidratos de carbono, dos de frutas y dos de grasas.

La ventaja de este sistema es que no impone unos alimentos u otros al paciente, que así puede ir eligiendo los que prefiera y seguir las indicaciones con más facilidad. Además, el objetivo es ir educándole poco a poco para que aprenda los principios básicos de nutrición que le ayudarán a mantener hábitos más saludables no solo mientras hace la dieta, sino durante toda su vida.

¿Cómo surgió la dieta por intercambios?

La planificación de alimentos por listas de intercambios surgió en los años 50 como una forma universalmente aplicable de controlar nutricionalmente la diabetes. Después de comprobar que los nutricionistas no se ponían de acuerdo o que no todos los pacientes tenían las mismas necesidades, se diseñó este sistema que permite adaptarlo a cada paciente y en cada momento.

En la versión actual, que se emplea no solo en casos de diabetes, sino también para controlar el sobrepeso y la obesidad. Para ello se utilizan unas guías con recomendaciones altas en carbohidratos y bajas en grasas. Las recomendaciones se adaptan a cada paciente para ir bajando de peso, en teoría siempre acompañadas por indicaciones para aumentar la actividad física y con un importante factor de apoyo psicológico y de motivación.

¿Qué dice la ciencia al respecto?

En un estudio publicado en 2015, los autores reconocían que a pesar de la utilidad clínica de este enfoque, se había publicado poca investigación al respecto de sus resultados y su eficacia. Así que se encomendaron ellos mismos la tarea.

El objetivo era desarrollar unas guías de intercambios para la dieta mediterránea y para una alimentación saludable respecto al riesgo de cáncer de colon y evaluar después su adherencia, el resultado alimenticio de su seguimiento y los marcadores relativos a la salud en 120 individuos con riesgo de desarrollar cáncer de colon.

Los autores concluyeron que este enfoque puede ser útil tanto para mejorar la calidad de la dieta como para conseguir una bajada de peso modesta

Los resultados demostraron que la dieta por intercambios, tanto la que se orienta a una dieta mediterránea como a unas indicaciones saludables para el riesgo de cáncer de colon, es relativamente fácil de cumplir: lo voluntarios alcanzaron entre el 82 y el 88% de los objetivos en seis meses. En concreto, se cumplieron, y excedieron, las recomendaciones relativas a las frutas y verduras: los voluntarios comenzaron a comer alrededor de 8 raciones entre ambas.

Lo autores concluyeron que este enfoque puede ser útil tanto para mejorar la calidad de la dieta como para conseguir una bajada de peso modesta en personas obesas o con sobrepeso.

Respecto a la validez científica de esta dieta, cabe destacar que, en España, las principales impulsoras son Clotilde Vázquez, jefa del Departamento Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid) y Ana de Cos, responsable de la Unidad de Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario La Paz (Madrid). Si bien la presencia de profesionales médicos no siempre es, lamentablemente, garantía de solidez científica en un método para adelgazar, sí que es un punto más a su favor.

No es una dieta milagro

Hay que tener en cuenta que esta dieta, como cualquier otra, no es un método milagroso para adelgazar, y que también puede tener sus puntos débiles.

Para empezar, una dieta por intercambios será tan buena como lo sea los hábitos alimenticios que promocione y ayude a implementar, y por eso sería cuestionable una aportación tan señalada de los carbohidratos en detrimento de las grasas. Algunos estudios señalan que, a la hora de adelgazar, reducir los carbohidratos y aumentar las grasas podría ser mejor estrategia.

Por otro, es importante incidir en la parte educativa, y especialmente señalar que no todas las calorías, ni las proteínas, y sobre todo no todos los hidratos de carbono son iguales, una generalización en la que sería fácil caer con este sistema. No son lo mismo los hidratos que aporta el arroz integral que la bollería industrial, aunque ambos alimentos estén compuestos principalmente por hidratos. Colocar en el mismo saco las patatas y las galletas de desayuno da la peligrosa sensación de que ambos alimentos son iguales, y no es así.

De forma que la dieta mediterránea por intercambios sí parece una forma sostenible de aprender nuevos hábitos alimenticios, pero su resultado será tan positivo como lo sean esos nuevos hábitos alimenticios en cuestión, y ahí es donde el consejo de un buen nutricionista tiene mucha importancia.

Imágenes | Unsplash
En Vitónica | Los SÍ y los NO de la dieta mediterránea

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