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Por qué el queso fresco es la mejor opción a la hora de consumir este lácteo

Dentro de la gran variedad de quesos que encontramos a nuestra disposición, el queso fresco es uno de los más recomendados al momento de cuidar la línea y la salud y hoy te contamos a qué se debe esto así como también, por qué el queso fresco es la mejor opción al momento de consumir este lácteo.

El queso fresco y sus nutrientes

El queso fresco, como su nombre lo indica, es un queso que no pasa por un proceso de maduración, por lo tanto, conserva gran parte del suero de la leche, es rico en agua y blando de consistencia así como muy blanco a la vista.

Por tener un alto contenido acuoso este tipo de queso no tiene larga vida útil pero posee un reducido valor calórico en comparación con otros quesos (aproximadamente 200 Kcal por cada 100 gramos) y es de bajo contenido graso por naturaleza, con valores cercanos al 10%, aunque también hay alternativas desnatadas y 0% que por supuesto, tienen menos grasas y calorías en su composición.

Igualmente, el queso fresco es buena fuente de proteínas de calidad, así como de calcio, potasio y sodio.

Los beneficios de escoger queso fresco

Todos los quesos son fuente de grasas y proteínas ante todo, estas últimas de buena calidad, mientras que entre las primeras predominan las grasas saturadas, de allí que al escoger un queso fresco, tendremos menos grasas pero igualmente contaremos con proteínas saciantes y de calidad para el organismo.

Por otro lado, el contenido de sodio puede ser muy inferior al de otros quesos con mayor tiempo de curación o maduración, ya que los nutrientes se concentran con el mismo, a medida que se reduce el contenido acuoso del alimento.

Así, el queso fresco es una buena opción no sólo para quienes buscan llevar una dieta ligera que fomente la pérdida de peso dada su menor aporte energético y sus proteínas saciantes así como sus vitaminas y minerales que incrementan la densidad nutritiva de los alimentos, sino también, para quienes padecen enfermedades cardiovasculares o buscan prevenir su desarrollo.

El queso fresco es rico en potasio, posee mucho menos sodio que otros quesos y aporta cantidades inferiores de colesterol y grasas saturadas, por lo tanto, su ingesta resulta ideal para hipertensos o personas con problemas cardíacos, ya que sus nutrientes coinciden con los recomendados por la dieta DASH.

Queso fresco, curado y semicurado

El queso fresco, a diferencia del queso curado o semicurado, no tiene ningún tipo de maduración, es decir, no se ha estacionado ni siquiera por un día, por lo tanto, tiene mayor contenido acuoso, menos grasas y calorías, así como también, menos sodio y otros nutrientes que se suelen concentrar a medida que pasan los días de curación.

Llamamos quesos tiernos a aquellos que reciben una maduración de unos 15 a 30 días, mientras que los semicurados se reservan en cámaras por 2 a 3 meses y los curados, entre 4 y 7 meses.

Los quesos curados tienen un porcentaje de grasa de aproximadamente 30%, es decir, tres veces más que un queso fresco, y también pueden tener más proteínas, así como calcio, pero por supuesto, concentran más sodio, colesterol y calorías. Estas últimas pueden ser el doble o más que en un queso fresco.

Respecto al contenido en potasio, los quesos frescos son los que mayor proporción concentran, pues gran parte de este mineral se encuentra en el suero que a medida que madura el alimento se pierde.

Un queso semicurado puede tener alrededor de 20% de grasas y por ello, tener un 50% más de calorías y sodio que un queso fresco, así como también, más colesterol, calcio y menos potasio.

Si queremos una opción ligera, pero igualmente nutritiva y sobre todo, sin exceso de grasas saturadas, colesterol y sodio, el queso fresco es sin duda la mejor alternativa.

Queso fresco: ¿de vaca, cabra u oveja?

Si hablamos de queso fresco, no sólo tenemos a nuestra disposición el derivado de leche de vaca sino también, de cabra y oveja.

Todas son opciones más ligeras y con menor contenido graso que sus respectivas versiones curadas o semicuradas, sin embargo, como las leches varían nutricionalmente dependiendo del animal que les da origen, también hay algunas distinciones entre queso fresco de cabra, de oveja o de vaca.

Mientras el queso fresco de vaca posee alrededor de un 10% de grasas y un 15% de proteínas, el queso fresco de cabra posee más grasas y menos proteínas, mientras que el queso de oveja fresco puede tener un aporte proteico similar o ligeramente superior, pero siempre más grasas en su composición.

Además, el queso fresco de vaca es el que menor cantidad de sodio y colesterol concentra de las tres opciones, y su contenido en calcio es semejante al queso fresco de cabra y oveja, mientras que sí es la alternativa con más potasio.

Por ello, el queso fresco de vaca continúa siendo la mejor alternativa si queremos un queso ligero, saciante y con buenos nutrientes para el organismo.

Así puedes usar queso fresco en tu cocina

Si estás cuidando la línea o buscas proteger la salud con un queso de calidad, el queso fresco es la mejor opción y puedes sumarlo a tu dieta tanto en preparaciones dulces como saladas, frías o calientes.

Algunas recetas con queso fresco que recomendamos probar son:

Imagen | Pixabay

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