Hemos crecido de la mano de conceptos como "la grasa es mala para la salud"; "el huevo es malo para el colesterol" o "las verduras son buenas si buscas adelgazar". No obstante, al día de hoy ya no hablamos de comidas "malas" y "buenas", sino de alimentos que nos sientan mejor y peor. Te contamos el por qué de este cambio, y la importancia de aplicarlo en el día a día.
Los efectos negativos de considerar a algunos alimentos malos, y a otros buenos
Cómo en todo, el hecho de no tener un punto medio o flexible, sino por el contrario hablar de alimentos "buenos" y "malos" puede originar una brecha entre los permitidos y los prohibidos en la dieta habitual.
Y claro está que todos los alimentos o comidas que resultan malas para la salud serán evitables siempre que sea posible, lo cual puede condicionar nuestros comportamientos alimentarios erróneamente , cayendo muchas veces en prohibiciones que impactan en la relación que tenemos con la comida.
Si dividimos los alimentos en "malos" y "buenos" consideraremos a estos últimos en aptos para consumir en todas las cantidades que deseamos y con una alta frecuencia; mientras que los malos serán siempre mal vistos, sin darle lugar (aun en pequeñas proporciones) en una dieta sana. Es decir, esta clasificación deseancadena una posición o preconcepto, muchas veces equivocada.
Claramente, separar los alimentos en "malos" y "buenos" puede condicionar de forma poco acertada las decisiones alimentarias que tomamos, influyendo también, en la relación que tenemos con los alimentos.
Los alimentos son más o menos adecuados, en función de cada persona
Para no generar prejuicios muchas veces erróneos acerca de comidas o alimentos así como también, para tomar decisiones acertadas al momento de comer, es aconsejable dejar de hablar de comidas "malas" y "buenas" y por el contrario, referirnos a alimentos que sientan mejor o peor.
Asimismo, debemos considerar que los alimentos son más o menos adecuados para la salud y para cada organismo en función de las particularidades de quién los consume.
Es decir, un alimento puede ser malo para quién tiene el ácido úrico alto en sangre, como por ejemplo el hígado que contiene purinas, pero puede ser bueno y beneficioso para quienes buscan obtener hierro, ácido fólico y vitamina B12, para prevenir o controlar anemias nutricionales.
En función de cada persona y sus características, un alimento puede o no ser bueno o malo, razón por la cual no podemos generalizar ya que dependerá en gran medida de las situaciones y condiciones biológicas de los consumidores o bien, de las preparaciones y presentaciones de cada plato.
La nutrición es relativa a muchos factores y nada es siempre "bueno" o "malo"
Por todo lo antes explicado, siempre será mejor referirnos alimentos más sanos o bien, a alimentos que sientan mejor o peor, intentando no caer en el error de categorizar, dividir y encasillar los alimentos o comidas en "buenos" o "malos" para el organismo y la alimentación humana.
Los extremos nunca son buenos y la nutrición no es una ciencia exacta como la matemática, sino que todo queda condicionado por cada organismo, la frecuencia de consumo, la preparación y demás características de cada alimento o comida.
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