Las empresas de alimentación más poderosas del mundo no escatiman en sus campañas de marketing, y eso es una realidad, ya que buscan impactar en el mayor número de usuarios posible de una forma notoria.
Desde Danone, pasando por McDonald´s o Burger King, hemos contemplado a lo largo de los años cómo ciertas campañas publicitarias se han vuelto virales en cuestión de días a través de medios digitales y redes sociales.
La última de estas campañas, centrada en un rechazo hacia los aditivos y concretamente a los conservantes artificiales, ha sido protagonizada por la empresa Burger King.
El rechazo a los conservantes artificiales
La propia compañía alimentaria ha lanzado un vídeo en su canal de YouTube con el hashtag #NoArtificialPreservatives, al que también acompaña el siguiente texto: "la belleza de la comida real es que se pone fea. Es por eso que estamos lanzando un WHOPPER® que no contiene conservantes artificiales. ¿No es hermoso?".
Sin lugar a dudas, esta campaña obedece a una tendencia en alza dentro del mundo alimentario: la crítica hacia los aditivos. Este punto siempre es polémico, ya que, por un lado, encontramos a profesionales sanitarios que son bastante críticos con la supuesta peligrosidad de estas sustancias, mientras que, en contraposición, encontramos otro sector que defiende su uso en relación a cuestiones de seguridad alimentaria.
Por otro lado, cabe destacar que el paso del tiempo y la exposición ante ciertos factores ambientales influye notablemente en el aspecto y desarrollo de microorganismos en un alimento y en sus procesos propios de degradación. Esto ya lo vimos con una comparativa entre hamburguesas caseras y de comida rápida, donde otro vídeo tipo 'time-lapse' mostraba las diferencias en cuanto a deterioro de dos hamburguesas, cuya única diferencia residía en que una de ellas —la catalogada como 'comida rápida'— utilizaba conservantes, mientras que la otra no.
A pesar de que estos vídeos resultan muy atractivos a la vista para el consumidor, lo cierto es que no tienen nada de especial. Prácticamente cualquier plato elaborado sufriría el mismo deterioro pasado un número considerables de días, mucho más aún si tenemos en cuenta que el producto no está siendo conservado correctamente en refrigeración.
Para qué sirven los conservantes
Dentro del conjunto de los aditivos, probablemente los conservantes sean el grupo de sustancias con un mayor interés tecnológico y utilidad real en cuanto a conservación y seguridad alimentaria se refiere.
Los conservantes sirven para frenar, en general, el crecimiento de microorganismos alterantes que aceleran los procesos de degradación del alimento y disminuyen por tanto su vida útil o duración. Además, también mantienen a raya a los microorganismos patógenos, es decir, aquellos capaces de provocar intoxicaciones alimentarias, como puede ser el caso de Listeria monocytogenes, Escherichia coli o Campylobacter jejuni.
Esto hace que los conservantes se empleen en alimentos que no han sido tratados por calor —como puede ser el caso de los embutidos, que se someten a un proceso de curación—, ya que un tratamiento térmico suele ser suficiente para destruir la mayoría de patógenos.
¿Son perjudiciales los conservantes artificiales?
Lo cierto es que esta campaña no señala directamente a ningún conservante en particular, sino que deja abierto el abanico de posibilidades y señala directamente al grupo de los conservantes artificiales.
Además de sorbatos y sulfitos, podemos encontrar como conservantes más representativos a los nitratos y nitritos, un grupo de aditivos que desde hace años está en el punto de mira de la comunidad científica por sus posibles consecuencias negativas hacia la salud —las cuales de momento no han sido demostradas con solidez—.
Concretamente, el uso de nitritos y nitratos obedece a la necesidad de prevenir el crecimiento de bacterias tan peligrosas como Listeria monocytogenes o Clostridium botulinum, siendo esta última un microorganismo que suele proliferar en conservas mal selladas. Además, esta bacteria es la responsable de generar la toxina botulínica, uno de los componentes más tóxicos existentes en la naturaleza y capaz de causar la muerte en pequeñas dosis.
En la actualidad no existe ningún método tan eficaz para conservar alimentos curados como el uso de nitratos y nitritos, por ello podemos afirmar que el balance entre beneficios y posibles riesgos para la salud es totalmente asumible: los conservantes son necesarios en algunos alimentos.
Artificial o natural: no es importante
Dentro del sector alimentario, el debate entre los conceptos 'natural' y 'artificial' nunca ha dejado de estar presente. Sin embargo, y a pesar de lo que muchas personas creen, la ciencia ha demostrado en numerosas ocasiones que los ingredientes artificiales no tienen por qué ser perjudiciales para la salud por definición, ni peores que aquellos que entendemos como naturales.
De hecho, actualmente apenas podemos distinguir qué es natural y qué no lo es. Recordemos, por ejemplo, que los microorganismos capaces de provocar intoxicaciones alimentarias son totalmente naturales, en el sentido de que podemos encontrarlos dentro de la naturaleza.
Otro ejemplo que ilustra muy bien el caso, lo encontramos en aditivos como por ejemplo el aspartamo, que está catalogado como un edulcorante artificial. Sin embargo, su composición está formada por ácido aspártico, un aminoácido propio de multitud de alimentos como el salmón, pollo o pescado, entre muchos otros. Entonces, ¿existe realmente una diferencia entre artificial y natural?. Podríamos decir que la línea que separa ambos términos es bastante difusa.
Otro punto importante reside en el uso indiscriminado del adjetivo 'natural' por parte de algunos sectores de la industria alimentaria. ¿Qué sentido tiene etiquetar como 'natural' un pan de molde o un embutido? Por supuesto, este calificativo da a entender que el producto es mucho más saludable que otros, pero esto no tiene por qué ser necesariamente así.
Las hamburguesas no son peores (ni mejores) por tener aditivos
En general, sabemos que las hamburguesas no constituyen un grupo de alimentos que brillen especialmente por su calidad nutricional —aunque podemos encontrar excepciones—. Por ello, poner el foco en el uso de aditivos dentro de su composición no resulta ser la mayor de las prioridades.
Si hablamos de alimentos preparados en cadenas de comida rápida, este hecho cobra mayor relevancia. Más aún si tenemos en cuenta que el uso de harinas refinadas, sal, azúcar y grasas poco saludables en altas cantidades está a la orden del día.
Si quieres comer más sano no necesitas consumir hamburguesas sin aditivos, ya que esta elección no marca una diferencia respecto a la salud. Más aún si tenemos en cuenta que este tipo de productos —sobre todo si son ultraprocesados— deberían ocupar un consumo esporádico en el patrón de consumo. Como siempre, lo verdaderamente importante para evaluar si el estilo de vida de una persona es saludable será el contexto global de su dieta, al margen del consumo de conservantes y otros aditivos.
En Vitónica | No todo lo natural es sano, y no todo lo artificial es perjudicial (y aquí tienes unos ejemplos)
Imágenes | Burger King e iStock
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