Leyendo la noticia de que en el estado de Nueva York parece ser que van a reducir el tamaño máximo de las bebidas azucaradas se me ocurren una serie de motivos por las que me parece una buena idea, pero muchos más por las que me parece no tan buena. No se hasta qué punto reducir el tamaño de los envases de las bebidas azucaradas puede servir para mejorar la salud, y sobre eso se debate en la noticia.
El objetivo, en una ciudad donde se ha prohibido fumar en parques y otras zonas públicas, es intentar reducir o limitar actuaciones que pueden llevar a problemas de salud pública, como es el caso de las bebidas azucaradas en envases excesivamente grandes. Sin embargo ¿reducir el envase de la bebida azucarada solucionará algo?.
El consumo excesivo de azúcar, junto a otros factores, sabemos que es el gran culpable de problemas de salud, como obesidad y otras enfermedades asociadas. No obstante, reducir el tamaño máximo de los envases que se sirven en restaurantes y otros recintos (no en supermercados) no se hasta qué punto puede ser útil como medida para reducir la ingesta de azúcar, o simplemente procovará que los que deseen pedirán dos bebidas en lugar de una.
Sinceramente creo que prohibir y limitar en algunos casos es necesario y hasta útil (por ejemplo, prohibir fumar en recintos sanitarios, escolares, parques infantiles…) pero prohibir sin meditar bien la medida y acompañarla de otras actuaciones preventivas no cambia nada. Lo importante es aprender a comer, saber por qué se debe evitar tanto el exceso de azúcar como otros hábitos alimentarios poco saludables. Creo que estaréis de acuerdo conmigo en que tal vez fuera más eficaz una campaña de educación sobre nutrición que simplemente reducir el tamaño de los envases.
Está claro que las instituciones deben tomar alguna medida. En su día se pensó en aumentar el precio de las bebidas azucaradas para reducir su consumo. Ni esa propuesta ni la de ahora me parece que tengan mucho sentido a nivel de prevención. Ojalá este tipo de acciones no sea la únicas, y las medidas para fomentar hábitos saludables partan de las instituciones, pero no como prohibiciones, sino como programas para fomentar y premiar los hábitos saludables.
Imagen | Alan.Stoddard