Es escuchar la palabra grasa corporal y entrarnos todos los males. Si hay un enemigo a batir en nuestro cuerpo esa es la grasa. Resulta muy sencillo acumularla, mientras que quemarla es de lo más difícil y cuando empezamos una dieta nuestra misión es acabar con la máxima posible.
¿Qué me diríais entonces si os digo que no todas las grasas son iguales? Es más, que hay una grasa buena, que no es que no debamos eliminar, sino que es bueno que sepamos activar y utilizar en nuestro favor. No, no me he vuelto loca: esta grasa se conoce como grasa parda y es diferente a la grasa blanca o normal.
Qué es la grasa blanca
La grasa blanca es, básicamente, el tipo de grasa que todos conocemos. Esta se encuentra en los depósitos de grasa que tenemos y su única función es ser fuente de energía cuando lo necesitamos. Cuando no la necesitamos - porque gastamos menos energía de la que consumimos - se almacena a la espera de ser necesitada y simplemente se queda ahí, acumulándose.
La acumulación de este tipo de grasa era muy útil y necesaria cuando los humanos vivíamos a base de comida muy escasa y poco calórica. Ser capaces de aprovechar la energía que consumiéramos, almacenando grasa y quemándola muy despacio era favorable para la supervivencia. Sin embargo, en la actualidad supone un problema ya que consumimos comida mucho más calórica y no llegamos a quemarla, provocando que la grasa se acumule en exceso.
Qué es la grasa parda
La grasa parda, marrón o beige, por el contrario, sí que hace algo más que acumularse. Y es que se trata de un tipo de grasa metabólicamente activa. Esta es la grasa que produce calor para lograr protegernos del frío. En general, la grasa parda se tiene cuando somos niños y la vamos perdiendo con la edad.
Sin embargo, los adultos podemos tener lo que se conoce como grasa beige, que viene a tener la misma función que la grasa parda, con la particularidad de que esta última está formada por grasa normal sobre la que la hormona irisina ha actuado. Esta hormona se activa cuando realizamos ejercicio o cuando estamos estresados, por eso algunas investigaciones sugieren que las personas que padecen estrés podrían activar más la grasa parda.
Además de esto, el frío también favorece que se genere grasa parda o beige. Por eso, parece ser que es más sencillo adelgazar en invierno - siempre que estemos intentándolo activamente - que en verano. Y es que, la grasa parda no consigue producir dicho calor para protegernos del frío de la nada, sino que lo consigue de quemar o de usar como combustible la grasa blanca normal.
La mala noticia es que la presencia de grasa parda en nuestro cuerpo es muy inferior a la de grasa blanca. Así que, si queremos aprovecharnos de que la que tenemos parece que la mejor opción es hacer deporte o exponernos al frío - aunque esto último no está tan claro y resulta una idea mucho menos atractiva.
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