El Índice de Masa Corporal o IMC, es un parámetro ampliamente usado para valorar la pérdida de peso y saber si un individuo padece o no obesidad. Sin embargo, no puede usarse como único indicador.
Al momento de valorar el riesgo de salud de una persona, el IMC no sirve si se aplica sólo, sino que es de mucha utilidad sumar a éste el porcentaje de grasa corporal que podemos determinar en base a medidas antropométricas o mediante bioimpedancia.
Si una persona tiene un exceso de grasa corporal y tiene un índice de masa corporal normal, debemos tener mucho cuidado, porque puede tratarse de un individuo sedentario que acarrea grandes riesgos en su organismo y si ésto sucede, nuestro aliado debe ser la actividad física, para eliminar masa grasa y aumentar masa magra mientras mantenemos el peso.
Por otro lado, podemos tener un IMC que indica obesidad, pero al evaluar la grasa corporal, encontramos que la persona tiene un proporción normal o incluso, menor de la que debería, como puede surgir entre los deportistas, por ejemplo.
En personas con niveles moderados de actividad física y alimentación equilibrada, el IMC puede mostrar un valor muy semejante al porcentaje de grasa en el cuerpo y ésto indica claramente que ambos pueden ir de la mano, o no, en función de los niveles de ejercicio y la dieta que llevemos.
Con todo ésto queremos decir que el IMC es de gran utilidad, pero además, debemos saber cómo está compuesto nuestro cuerpo y fundamentalmente, la cantidad de grasa del organismo, porque un exceso implica graves consecuencias para la salud.
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