Lo que ocurre en tu cuerpo cuando corres deshidratado

En pleno verano, cuando las temperaturas comienzan a subir y continuamos entrenando duro, tu cuerpo pierde muchos más líquidos por sudor y más aun si en el clima hay un alto porcentaje de humedad. Por eso, es importante que sepas cuándo estás deshidratado y lo mucho que sufre tu organismo cuando corres en estas condiciones.

Cómo saber si estamos deshidratados

Si comienzas a sentir una frecuencia cardíaca muy elevada con un esfuerzo no demasiado intenso o si te sientes fatigado, con náuseas, mareos y dolor de cabeza, puedes estar deshidratado.

Una pérdida del 3% de líquido corporal ya afecta considerablemente tu rendimiento, pudiendo implicar una caída de hasta el 20% en el mismo, por lo tanto, aun ante semejante esfuerzo, sentirás que el trabajo es mucho más duro si no te encuentras bien hidratado.

Si el sudor deja marca de sales en tu cuerpo la deshidratación es severa y también, si al finalizar el entrenamiento nuestra orina no tiene un color claro y es inodora sino que por el contrario su color es semejante al de un té o café y su olor es intenso.

Otro indicador de deshidratación es la gran pérdida de peso después de entrenar. Si te has pesado justo antes de salir a correr y al finalizar pesas un 1% menos, ya has perdido una cantidad de líquido considerable, pero si has perdido cerca del 3% sin duda tienes un grado de deshidratación elevado que ha afectado tu rendimiento y puede condicionar tus funciones vitales.

En estos casos la deshidratación es evidente y es momento de reponer no sólo líquidos sino también, electrolitos como el sodio, el cloro y el potasio.

Así estás perjudicando tu cuerpo al correr deshidratato

Si estás corriendo en condiciones de calor y humedad ambiental, tras un día agitado en el cual no has bebido suficiente líquido y encima, llevas mucha ropa o estás entrenando con un cortavientos que no impide la correcta evaporación del sudor, estarás eliminando una gran cantidad de líquidos y es probable que te encuentres deshidratado.

Si corres deshidratado tu sistema cardíaco estará esforzándose en malas condiciones, por lo que se encontrará sobreexigido y su frecuencia cardíaca se elevará considerablemente.

Tus músculos y tu cerebro así como todo el sistema nervioso no responderán igual y serán exigidos en condiciones no adecuadas para su esfuerzo, por lo tanto, el tiempo de respuesta caerá, puedes sufrir calambres, dolor de cabeza, mareos y hasta temblores o espasmos musculares.

Por otro lado, el cuerpo no será tan eficiente para regular la temperatura corporal y se encuentra en mayor riesgo de sufrir un golpe de calor que pone en peligro la salud del organismo.

Correr abrigado con calor, perder más peso al finalizar el entrenamiento o sudar más no son sinónimos de haber entrenado más duro y de haber quemado más grasas, sino que sólo son indicadores de haber perdido mucho más líquido y de estar perjudicando al cuerpo al trabajar físicamente deshidratados.

Cómo evitar la deshidratación

Si quieres evitar una gran pérdida de líquido por sudor y prevenir los riesgos de la deshidratación, lo mejor que puedes hacer es entrenar fresco, con ropa ligera y beber suficiente agua antes, durante y después de entrenar.

Si el esfuerzo es de más de dos horas de duración es probable que necesites más que agua y debas acudir a bebidas deportivas por ejemplo o a agua y alimentos con minerales como el cloro, el sodio o el potasio.

Otro buen truco para no sudar en demasía y ayudar a mantener a raya la temperatura corporal es echarnos agua en la cabeza, piernas y brazos, así como también, correr por la sombra o en lugares arbolados y cuando no haya demasiado sol.

Imagen | iStock

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