Al correr, la postura de nuestro cuerpo resulta muy importante para favorecer el rendimiento físico, así como el desempeño durante la actividad, y no sólo resultan importantes las piernas, sino también, la parte superior de nuestro cuerpo. De hecho, las manos cobran gran importancia.
Cuando corremos, lo ideal es concentran todos los recursos del organismo para movilizarnos con eficiencia en el tren inferior, para ello, debemos reducir el esfuerzo en el tronco y sus extremidades. Por lo tanto, siempre es mejor correr con las manos abiertas, pues evitamos una contracción muscular que requiere sustratos en los brazos.
Al cerrar los puños, como sucede frecuentemente por instinto nada más al empezar a correr, provocamos una contracción en los músculos de las extremidades superiores que requieren de energía y flujo sanguíneo, lo cual quita parte de los sustratos necesarios para el movimiento a las piernas, en las cuales debe concentrarse el esfuerzo durante una carrera.
Por eso, para correr más y mejor, conviene desplegar los dedos de las manos y llevarlas abiertas mientras agitamos los brazos a los lados del cuerpo para impulsar la carrera y colaborar con las piernas.
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