Es otra manera de variar el entrenamiento, sobre todo para la gente que sale a correr a ritmo suave y llega un momento en que no avanzan. Ir en progresión y acabar el entrenamiento con un ritmo más fuerte nos aportará muchas mejoras.
El primero beneficio es que al ir a menos intensidad al principio estamos favoreciendo que nuestro cuerpo se adapte mejor al ejercicio, es el calentamiento perfecto y no nos generará déficit de oxígeno que lastre con fatiga desde el inicio.
También es una buena manera de saber cuál es nuestro límite o velocidad de crucero en carrera. Al ir aumentando poco a poco el ritmo llegará un momento donde encontremos un ritmo bueno y en el que estemos relativamente cómodos, sin fatigarnos.
Y acabar el entrenamiento con un buen sprint hace trabajar al sistema anaeróbico, que sobre todo es el causante de que cuando llegamos a la recta final no podamos apretar. Siempre está bien apretar en la última parte del entrenamiento y exigirle más al cuerpo, que no se acostumbre a la cómodo, así avanzaremos más.
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