Las aguas termales son aquellas aguas minerales que surgen espontáneamente desde el suelo de la tierra o son captadas artificialmente mediante perforaciones.
Muchas son las afecciones y dolencias que podrían aliviarse de la mano de las aguas termales, ya que éstas, debido a sus características, aportan múltiples beneficios.
Las bondades del agua termal no sólo derivan del agua como tal, sino que el organismo se ve favorecido por efectos químicos, físicos y biológicos.
El efecto químico está determinado por su contenido en minerales que depende del terreno que da origen al agua, pero en su mayoría poseen, cloro, sodio, hierro, bromo, yodo, fósforo y flúor. Éstas sustancias pasan por ósmosis al torrente sanguíneo a través de la piel y de esta forma, benefician de diversas maneras nuestro cuerpo.
El efecto biológico deriva de de la acción de la flora y fauna hidrotermal, integrada por microorganismos que genéricamente se denominan biogleas.
La Sociedad Internacional de Medicina Hidrológica aisló hace años una sulfobacteria que beneficia la piel humana e incrementa las defensas del organismo.
En cuanto al efecto físico, esté se encuentra relacionado con la temperatura del agua que puede variar significativamente de un lugar a otro y produce vasodilatación que mejora la circulación sanguínea, favorece la oxigenación de los tejidos, actúa como antiinflamatorio y relajante muscular.
Mediante todos estos mecanismos el cuerpo recibe los beneficios de las aguas termales que reactivan el metabolismo, estimulan las defensas, facilitan la regeneración celular que permite una rápida cicatrización y la depuración de la piel, actúan como analgésicos y relajantes musculares.
Teniendo en cuenta sus acciones, muchos afectados de reumatismos, dolores musculares, fatigas o problemas articulares podrían verse beneficiados con un baño termal.
No obstante, en caso de patologías particulares sólo se pueden utilizar las aguas termales bajo indicación médica, de lo contrario, el efecto que para unos es positivo podría resultar perjudicial en afecciones específicas.
Además, debemos ser cuidadosos con la temperatura del agua, ya que no siempre a mayor temperatura mayor es el beneficio, sino que las aguas con más de 40ºC pueden resultar peligrosas si no se utilizan con precaución.
Entonces, las aguas termales son un recurso natural con muchos beneficios por ofrecer, siempre y cuando los usemos cuidadosamente y en ocasiones oportunas.
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