Comer no es un pecado, no es un acto ilícito


Cuando una persona está intentando perder peso, lo primero que solemos decirle es que deje de comer, que cierre su boca, y de esta manera, tratamos al acto de comer como algo malo. Sin embargo, esta prohibición de comer es lo que genera más deseo.

Comer no es un pecado, no es un acto ilícito y por lo tanto, considerarlo como tal nos hará sentir culpa cada vez que comemos, a lo cual responderemos con conductas compensatorias tales como ayunar, restringir mucho la ingesta de alimentos u otra, que finalmente desembocará en un descontrol alimentario. Sin embargo, si desmentimos la idea que comer es un pecado y nos damos el derecho a comer lo que queremos y disfrutar de eso, nada de esto sucederá.

Un vistazo a…
AYUNO INTERMITENTE

Si a una persona que intenta adelgazar cuyo alimento preferido son los helados le otorgamos el derecho de comer a diario un helado a elección, finalmente no tendrá tanto deseo de comerlo. En cambio, si consideramos que tras haber comido helado ha cometido un pecado, ha faltado a las buenas reglas, entonces, estaremos afectando su conducta u preparando la misma para un descontrol alimentario.

Simplemente aceptemos que comer es un acto natural, que nos da placer, que nos gratifica y por ende, no es un pecado ni un acto ilícito. Todos tenemos derecho a comer y a disfrutar haciéndolo, por eso, dejemos los alimentos prohibidos a un lado y pensemos que si nada está prohibido, hoy puedo comer un helado y mañana, puedo comer otro más. Ya no debo comer todo de aquello que quiero cada vez que está permitido, pues siempre lo estará, por lo tanto, será más fácil controlar la cantidad a ingerir. ¿Para qué voy a acabarme un pastel entero si mañana puedo seguir comiendo y disfrutando del mismo?

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Imagen | Simon Welsh

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