A examen la dieta de los 13 días que te promete perder un kilo diario

Cada año se repite el mismo escenario. Con la llegada del verano, la aparición de innumerables dietas milagro y propuestas rápidas para perder peso se multiplica de una forma alarmante en nuestro entorno, siendo mucho más notorio en Internet, concretamente a través de las redes sociales.

Conseguir un cuerpo perfecto para lucir palmito en la playa a través de la archiconocida "operación bikini" es un clásico más que recurrente con la llegada del calor y la época estival. Este suele ser el objetivo básico de la mayoría de dietas que prometen perder kilos en un espacio temporal muy concreto, resultando en una estrategia poco efectiva a largo plazo.

El último grito en lo que a dietas milagro se refiere es la dieta de los 13 días, un modelo de alimentación basado en el patrón de alimentación que la NASA ofrece, supuestamente, a sus astronautas como entrenamiento. Te contamos en qué consiste y si realmente es saludable para todo el mundo.

En qué consiste la dieta de los 13 días

La dieta de los 13 días es un modelo de alimentación que ofrece una severa restricción de calorías en nuestra alimentación. Esto quiere decir que aplica un modelo hipocalórico o basado en un consumo mínimo de calorías que, además, se basa en el consumo elevado de proteínas en la dieta. Otra de las pautas nutricionales que exige esta dieta es la de no consumir ningún tipo de azúcares simples ni de grasas.

Si nos referimos a alimentos concretos, algunos de los que tienen especial protagonismo son los huevos enteros —contradiciendo, en parte, la recomendación de no consumir grasa—, el café, o algunos derivados cárnicos como el jamón o la pechuga de pollo o pavo.

Sin embargo, la dieta de los 13 días tampoco destaca especialmente por su propuesta específica de un alimento o grupo de alimentos, como puede suceder en la dieta de la piña, por ejemplo. La base sobre la que se construye la dieta de los 13 días es la repetición y poca variedad de alimentos de forma continua durante todo el período que dura esta restricción dietética.

Para conseguir el objetivo propuesto de la pérdida de hasta un kilo diario, esta dieta se estructura en 3 ingestas diarias de desayuno, comida y cena donde no se permite el intercambio de ningún alimento entre las diferentes franjas diarias. Además, se obliga al consumo diario de 2 litros de agua y no se permiten las bebidas alcohólicas ni azucaradas.

Es un modelo de alimentación muy restrictivo

Por más que fuera tu sueño de la infancia, no eres astronauta. La mayoría de personas no necesitamos llevar a cabo un modelo de alimentación extremo que está pensado para la adaptación del organismo humano a situaciones que jamás de los jamases vamos a llegar a experimentar. Eso suponiendo que sea cierto, porque tampoco existe constancia oficial por parte de la NASA de que esta dieta sea utilizada durante el entrenamiento de los astronautas.

¿Sirve esta dieta para perder peso? Por supuesto, de eso no hay duda. Seguir la dieta de los 13 días según las pautas que indican la mayoría de gurús que la promueven es eficaz en la pérdida de peso a corto plazo ya que, como mucho, puede ofrecernos unas 500-700 Kcal al día. Una cantidad de energía a todas luces insuficiente que no será sostenible en el tiempo.

Por ello, esta pérdida de peso tan radical puede traer consecuencias fatales para la salud. Y no únicamente por la recuperación posterior del peso perdido según el conocido "efecto rebote", sino también porque es una dieta escasa y limitada en lo que a nutrientes se refiere, pudiendo provocar déficits de algunas vitaminas y minerales necesarios para el adecuado funcionamiento del organismo.

De hecho, en algunos portales de Internet se recomienda la suplementación de ciertas vitaminas con la finalidad de alcanzar las concentraciones óptimas que nuestro cuerpo necesita para funcionar y que esta dieta no puede ofrecer. Cierto es que un plazo de 13 días podría considerarse un periodo breve que no supondría un peligro para la salud en lo que a déficits nutricionales se refiere. Sin embargo, en personas con patologías metabólicas asociadas, como por ejemplo diabetes o hipertensión, estos déficits podrían tener consecuencias mucho más graves.

El peso no lo es todo

Debemos dejar de pensar en el peso como eje de toda nuestra salud, ya que podría no ser una medida tan importante como creemos. Bien es cierto que un aumento excesivo del peso se asocia con ciertos problemas metabólicos como la hipercolesterolemia, resistencia a la insulina o riesgo cardiovascular, resaltando la importancia de seguir una dieta saludable. Sin embargo, la dieta no es el único factor que interviene en en el mantenimiento del peso corporal.

Factores adicionales como el sueño, las condiciones de nuestro entorno, ciertas variables genéticas, la influencia de nuestras hormonas y el mantenimiento de un estilo de vida activo con la práctica regular de actividad física, son tan solo algunas de las múltiples variables que afectan al peso de una persona más allá de la alimentación.

Cómo debe ser una dieta saludable para perder peso

En los últimos años, la evidencia científica ha seguido arrojando luz sobre algo que ya se venía sospechando desde hace algún tiempo. No existe una dieta perfecta para todo el mundo, sino que esta debe ser personalizada y adaptada a las necesidades concretas y condiciones de cada individuo.

Las recomendaciones generales en personas con obesidad consisten en buscar un descenso moderado entre el 0,7-1% del peso corporal a la semana. Esto quiere decir que si nuestro peso es de 100 kilogramos, el objetivo semanal de pérdida de peso debe ubicarse, aproximadamente entre 700 gramos y 1 kg.

Por supuesto, estas recomendaciones pueden variar entre los diferentes individuos y cambian si hablamos de objetivos estéticos o deportivos. Aún así sirven de referencia para tomar conciencia de la importancia que tiene la pérdida progresiva de peso —y no de forma exprés—, para alcanzar una disminución del peso saludable a lo largo del tiempo.

La individualización es la clave

No debemos confundir las recomendaciones generales de salud que pueden ser válidas para el común de los mortales —como por ejemplo consumir abundantes frutas y verduras, mantenernos correctamente hidratados o practicar deporte regularmente— con la dieta necesaria para conseguir un objetivo concreto como es la pérdida de peso.

Al contrario de lo que podría parecer, la pérdida de peso no es tarea fácil en un gran número de personas. La dificultad de adherirse a según qué patrones dietéticos, junto a las altas probabilidades de volver a recuperar el peso perdido si no seguimos una buena estrategia, hacen que muchas personas se frustren y tiren la toalla con el paso de los años.

Por todo ello, debemos desechar las dietas milagro y recurrir a patrones dietéticos que sean sostenibles en el tiempo, donde podamos conseguir adherencia y una pérdida de peso progresiva y saludable. Como siempre, recurrir a un profesional cualificado en el ámbito de la dietética y la nutrición que nos guíe durante todo el proceso será la opción más sabia que podemos elegir.

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