Ahora que llega la operación bikini es interesante ver el montón de dietas que afloran. No estaría hacer un análisis de dietas milagro y ver los fallos y errores que tienen. Estas dietas al principio nos harán perder peso, pero a la larga son perjudiciales para la salud y no consiguen el propósito saludable de perder peso para siempre y sin riesgos para el organismo. Comencemos con el análisis de la dieta de la clínica mayo.
¿En qué consiste la dieta de la clínica mayo?
A pesar del nombre, esta dieta no tiene nada que ver con la prestigiosa clínica, sólo es una fórmula para intentar dar credibilidad a la dieta. Básicamente es una dieta hipocalórica e hiperproteica, en la que abunda el consumo de huevos y se elimina el consumo de lácteos. Esto nos lleva a una dieta del orden de 600-900 Calorías sustentada por un consumo abusivo de huevos (hasta seis al día).
Sí se permiten tomar alimentos como el pescado, ave, carne, determinadas verduras y frutas, frutos secos y productos integrales. En cambio se excluye a los lácteos como hemos dicho, azúcar, cereales e hidratos de carbono. Ésto último la convierte en parte en una dieta cetogénica, ya que se priva en exceso de un nutriente indispensable como son los carbohidratos.
Pérdida de peso en poco tiempo
Nuestro cuerpo suele gastar al día en reposo total unas 900-1200 Calorías, así que podemos hacernos una idea de que esta dieta es muy deficiente en energía, lo que hará tirar de reservas, sobre todo de las grasas, al estar limitados los hidratos de carbono. Fácilmente se pueden perder 2-4 kilos por semana, dependiendo de la persona, pero a base de mantener unos niveles muy bajos de energía y con grandes probabilidades de tener efecto rebote. Lo que no se tiene en cuenta es que gran parte de ese peso perdido es a base de líquido, que fácilmente se recupera
Errores de la dieta
La dieta de la clínica mayo falla en los aspecos básicos, ya que ni es suficiente en energía, ni equilibrada, ni variada. Los expertos recomiendan no bajar de 1500 Calorías al día cuando se hace dieta hipocalórica. Por debajo de estos niveles ya hay riesgo real de padecer deficits en nutrientes y a la larga ocasionar enfermedades.
El eliminar los lácteos de la dieta hace que peligren los niveles de calcio, mermando la calidad del hueso y exponiéndolo a fracturas y osteoporosis. Por no hablar del régimen hiperproteico, donde tal exceso de proteínas puede ocasionar daños renales, niveles elevados de ácido úrico y colesterol.
Al no ingerir hidratos de carbono estamos privando al organismo de su principal fuente de energía, lo que puede ocasionar fatiga y mareos, que se acusan más por la baja ingesta calórica. Se entra en un estado constante de cansancio e irritabilidad que hace que la dieta no pueda durar más de dos semanas.
Al ser una dieta tan pobre en energía no se puede prolongar en el tiempo, lo que conlleva a volver a la normalidad y provocar un efecto yo-yo debido a la restricción calórica tan grande. En definitiva, una dieta que muy a corto plazo (10-15 días) puede dar unos resultados asombrosos pero que a la larga ni es saludable ni nos va a mantener el peso deseado, sino lo contrario, hará que acumulemos más y después sea mucho más difícil perderlo.
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