Durante los últimos años hemos escuchado hablar numerosamente de la dieta flexible y, poco a poco, ha ido cogiendo fuerza el concepto. No es de extrañar teniendo en cuenta que, como su propio nombre indica, está pensada para que cada persona la adapte a sus gustos, lo que la hace menos estricta y más flexible, de manera que resulta más atractiva.
En cualquier caso, como en cualquier estilo de alimentación, hay ciertos detalles que debemos tener en cuenta. En el caso de la dieta flexible, prestar atención a los alimentos es muy importante.
En qué consiste la dieta flexible
El planteamiento en sencillo, porque aporta esa flexibilidad, pero llevarlo a cabo puede resultar más complejo de lo que parece. Y es que, a pesar de no haber menús que estén cerrados o que sean estrictos, y tampoco esté prohibido ningún alimento, sí que tiene algunas condiciones.
La principal es que lo que comemos se tiene que adaptar a los macronutrientes necesarios para cada uno de nosotros. Es decir, cumplir con las calorías, proteínas, hidratos, grasas y fibra. Así que, aunque este tipo de dieta no marque qué alimentos tenemos que comer, sí requerirá que sepamos cuáles son los macros que necesitamos y que los contemos en cada comida para poder cumplirlos.
En cualquier caso, efectivamente, el hecho de que esta dieta no regule los alimentos que tenemos que comer puede afectar a la adherencia a la misma. Y es que, como señalan estudios como el de Westenhoefer y su equipo, los estilos de alimentación o las dietas más flexibles están relacionadas con la adherencia a la misma y el mantenimiento del peso perdido a largo plazo.
Sin embargo, algo que no podemos dejar de plantear es que, el que esta dieta no limite ningún alimento, puede hacer que alejemos el foco de los alimentos saludables. Es decir, que sigamos esta dieta sin pensar en el efecto positivo o negativo que los diferentes alimentos tienen en nuestra salud y en nuestro peso a largo plazo.
Qué alimentos priorizar cuando seguimos la dieta flexible
Más allá de que cumplamos con los macros necesarios para nosotros en nuestra día a día, los alimentos que elijamos siguen siendo importantes. Por ello, esta dieta tampoco implica que podamos comer lo que queramos sin ningún control. La idea es, más bien, seguir una alimentación saludable y variada, en la que sigamos lo que nos dice la ciencia actualmente sobre lo que es una nutrición saludable y, en este marco, incluir de vez en cuando alimentos que resulten placenteros.
Priorizar los alimentos que sean nutritivos
Actualmente, todas las dietas o estilos de alimentación que funcionan y son saludables, según las evidencias científicas existentes, tienen una cosa básica en común: los vegetales, frutas y hortalizas son la base de la dieta, los alimentos más consumidos y con más presencia en la misma.
Un consumo variado de vegetales nos aportará, como indican desde la Escuela de Salud Pública de la Universidad Harvard, todos los nutrientes que necesitamos para estar sanos. Y lo hacen aportando macros y micros adecuados.
Además de esto, algo que tienen en común también todas estas dietas es que se basan en el consumo de lo que se conoce como "comida real" y minimizan el consumo de productos o procesados. Por ello, la presencia de legumbres, tubérculos, semillas, frutos secos y cereales integrales será importante. Nos ayudarán a conseguir los macros de proteínas, grasas e hidratos que necesitamos, pero priorizando los más adecuados para nuestra salud.
En este sentido, los cereales integrales y los vegetales nos aportarán carbohidratos complejos, alejándonos de los simples. Así como los frutos secos nos aportarán, junto al pescado, grasas insaturadas saludables que, se han relacionado, en varios estudios, con una mejor composición corporal y menor porcentaje de grasa corporal, así como un menor riesgo de enfermedades metabólicas.
Si consumimos carne, la recomendación nutricional en base a las evidencias científicas actuales es reducir el consumo de la misma. Principalmente, las evidencias señalan la importancia de alejarnos más de la carne roja, y, por ello, priorizar las carnes magras. Estas, junto a las legumbres, nos aportarán gran parte de las proteínas que necesitamos.
Qué alimentos es mejor dejar de lado
Esta dieta flexible promueve que no restrinjamos drásticamente ningún alimento, es decir, que si nos apetece mucho podamos consumirlo sin problema ni culpabilidad. En cualquier caso, esto no debería ser carta blanca para basar nuestra alimentación únicamente en alimentos poco saludables.
Por ello, aunque puntualmente podamos consumirlos, lo ideal es que nos alejemos de algunos alimentos. Este es el caso de los azúcares añadidos. Aunque ocasionalmente comamos sin culpa algún alimento que los contenga, la realidad es que el azúcar añadido ha sido relacionado en numerosas investigaciones con un mayor riesgo de sufrir enfermedades como hipertensión, problemas dentales, daño cognitivo e, incluso, cáncer.
Algo similar ocurre con los alimentos ultraprocesados. Según esta dieta no pasaría nada porque comiéramos algún alimento ultraprocesado de vez en cuando, pero a niveles de salud y de pérdida de peso a largo plazo, no sería recomendable que este tipo de alimentos fueran parte importante de la dieta flexible.
Y es que las investigaciones al respecto indican que los ultraprocesados están relacionadas con una peor calidad de nuestro sueño, afectan a nuestra calidad de vida, un mayor peso corporal, el riesgo de padecer diabetes de tipo dos e, incluso, el riesgo de muerte por todas las causas.
Reducir también la presencia de grasas saturadas en nuestra dieta, relacionadas según las evidencias científicas con un mayor riesgo de deterioro cognitivo o el cáncer, entre otras cosas, así como el de bebidas azucaradas y gaseosas o alcohólicas.
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