La dieta cetogénica o dieta keto es una de las famosas dietas que hay actualmente para bajar de peso y consiste en eliminar prácticamente toda fuente de carbohidrato de la dieta y centrarse en la grasa, siendo esta un 90% de las calorías diarias que vas a ingerir, y en la proteína que es el resto.
Todo esto provoca que, en ausencia de carbohidratos y con estado de cetosis que provoca, el cuerpo busque formas alternativas de energía, como son las grasas. Mantenerse en este estado de cetosis es muy complicado, provocando que pasemos a un estado de cetoacidosis que es el que va a provocar una serie de riesgos asociados a un mal uso de esta dieta.
Cansancio a corto plazo
Como cualquier tipo de dieta para bajar de peso donde hay una restricción severa de ciertos macronutrientes, el cansancio es uno de los efectos secundario más inmediatos de una dieta cetogénica.
Además, debido a la reducción de las reservas de glucógeno a causa de la inexistencia de los carbohidratos de la dieta, que son los que proporcionan principalmente el combustible al cuerpo, podemos notar más cansancio de lo normal y una disminución del rendimiento de nuestras tareas diarias, y sobre todo del ejercicio físico.
Déficit de nutrientes
Es evidente que en una dieta cetogénica hay una deficiencia de nutrientes, ya que esta se centra básicamente en las grasas y en las proteínas, por lo que minerales como el selenio, el magnesio y el fósforo y vitaminas B y C, no forman parte de la dieta por no consumir la cantidad suficiente de frutas, verduras y trigo.
Esto provoca un desajuste a nivel metabólico, que en un conjunto pueden provocar riesgos que pueden poner en riesgo la salud de la persona. Por ejemplo, una falta de vitamina C puede conllevar a una disminución de la efectividad de nuestro sistema inmunitario o una falta de magnesio puede provocar calambres y debilidad muscular e incluso convulsiones.
Problemas digestivos
Cambiar el tipo de dieta y los alimentos que comes de forma repentina puede generar una alteración en el sistema digestivo, que por lo general es episodios diarreicos a causa de un exceso de grasas o estreñimiento debido a una dieta baja en fibra.
Si se mantiene esta dieta poco variada con sus problemas digestivos asociados puede conllevar a problemas mucho más graves como hemorroides, retención fecal o fisura anal a causa de un estreñimiento crónico. En el caso de una diarrea persistente puede provocar deshidratación y, en los casos más graves y poco frecuentes, un síndrome de intestino irritable y una alteración de la flora intestinal.
Mal aliento
Como hemos dicho antes, la dieta keto provoca un estado de cetosis, un estado metabólico en el que el cuerpo entra para poder procesar cuando le obligamos a utilizar las grasas como fuente principal de energía.
Las cetonas son unas moléculas que el cuerpo produce cuando está en estado de cetosis y cuando el cuerpo no recibe suficiente glucosa. Estas cetonas, cuando están en niveles elevados, producen como efecto secundario, mal aliento.
Dificultad para dormir
Lo cierto es que es un estado secundario muy molesto pero transitorio, ya que con el tiempo tiende a desaparecer, cuando el cuerpo se acostumbra a mantenerse en estado de cetosis.
El insomnio y la dificultad para conciliar el sueño son dos efectos secundarios que surgen sobre todo al principio del estado de cetosis, cosa que suele suponer uno de los mayores problemas para las personas que han decidido empezar esta dieta.
Aumento del colesterol y del riesgo de padecer enfermedades cardíacas
El 90% de los alimentos que hay en la dieta son grasas, tanto saludables como no saludables, y evidentemente son saturadas. Este exceso de grasas provoca que los niveles de colesterol, tanto el LDL y el HDL aumenten, y unos niveles altos de colesterol puede provocar a la larga enfermedades cardíacas.
Esto supone cierto riesgo para la salud de quien haga la dieta, pues unos niveles altos de colesterol suponen mucho riesgo cardiovascular, siendo en un futuro irreversible.
Problemas hepáticos y de riñón
El hígado metaboliza y elimina todo el exceso de sustancias de nuestro cuerpo, una de estas sustancias son las grasas y las proteínas. Las primeras son las principales protagonistas de esta dieta, pues el hígado tiene un enorme trabajo para metabolizar tal cantidad de grasa, aumentando el riesgo de fallo hepático por sobrecarga de trabajo.
Además, los riñones también se encargan de procesar las proteínas, por lo que un exceso también puede llegar a ser nocivo para ellos. Todo esto provoca a la larga problemas hepáticos y de riñón.
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