A diario nos levantamos e iniciamos una rutina de actividades que al llegar al final del día pueden dejarnos, además de cansancio físico y mental, tensiones, emociones, estrés, hambre, sueño y hasta malestares mayores. Por eso, la última comida del día, la cena, es la más maltratada por nosotros.
Algunas veces nos resigamos al cansancio y dejamos que la comida comprada invada nuestra mesa, otras veces directamente saltamos la cena, y en los peores de los casos hacemos una comida copiosa que ni alcanzamos a disfrutar debido al nerviosismo con que cargamos al final del día.
También podemos optar por llegar y comer “lo que hay” así, comenzamos con un yogur, seguimos por un trozo de pan con queso, comemos además un poco de tomate con aceite porque aun tenemos hambre, y a modo de cierre, un poco de chocolate.
Así, la cena siempre culmina siendo la comida más maltratada por nosotros, ya sea porque no nos importa lo que comemos y picoteamos de todo, porque no tenemos ganas de pensar en lo que ingresa en la boca y entonces compramos comida rápida, o bien, porque cargados de tensiones y quizá, hambre que acumulamos durante el día, comemos en grandes cantidades sin disfrutar ni saciarnos fácilmente.
Por supuesto, esto finalmente repercute en nuestra salud, con indigestiones, aumento de peso, u otras manifestaciones, por eso, procuremos recordar que si hacemos una comida, lo mejor es cuidar la calidad y cantidad de la misma, así como las condiciones en que comemos para disfrutar de los alimentos y de un momento agradable al final del día.
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Imagen | Basykes