En anteriores ocasiones hemos comentado la importancia de echar la siesta para hacer que nuestro corazón descanse más y eliminemos estrés de nuestra jornada. La siesta es una tradición que muchas personas siguen a rajatabla y que forma parte indispensable de su vida. Si somos de los que no perdona una buena siesta, es importante que tengamos presente una cosa, la siesta es relajante, pero tanto que ralentiza el metabolismo haciendo que corramos un riesgo grande de aumentar peso.
La siesta tiene lugar después de comer, y se produce porque la sangre se acaba concentrando en el estómago con motivo de la digestión. Esto hace que el resto del cuerpo se encuentre en un estado de relax que facilita el sueño. Es importante que sepamos esto y tengamos en cuenta que no es obligatorio dormir la siesta si lo que queremos es mantener activo el metabolismo y realizar la digestión mucho más rápido.
El momento del día en el que tiene lugar la siesta es uno de los más delicados, ya que suele ser cuando el metabolismo comienza a funcionar más lento por norma general. Si nosotros dormimos la siesta lo que haremos será acelerar esa ralentización y así fomentar la acumulación de más grasas y la menor quema de calorías por parte de nuestro cuerpo. Dormir la siesta por este motivo iría en contra de todas nuestras estrategias para mantener activo el metabolismo a lo largo de todo el día. Después de haber dormido la siesta es difícil volver a activarnos del todo, ya que la tendencia del organismo es a ralentizarse cada vez más de cara a la noche.
Para evitar que el sueño nos venza después de comer es importante que nos forcemos a estar activos y desviemos la atención a otra cosa. Un buen ejemplo puede ser después de comer levantarnos a fregar los cacharros utilizados para la comida. Salir a dar un paseo, ponernos a limpiar la casa… Lo que no debemos hacer es sentarnos, ya que de este modo estaremos fomentando las ganas de dormir que ya por sí solas aparecen después de comer. Es fundamental que tengamos esto en cuenta si lo que andamos buscando es perder esos kilos que nos sobran, ya que echando la siesta la comida tardará más en digerirse, acabando por engordarnos más.
Imagen | jzlomek
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