Llegando a fin de año es de esperar que más de uno intente perder esos kilos de más que arrastra de las vacaciones, sin embargo debemos recordar lo que ya hemos dicho muchas veces en Vitónica, las dietas restrictivas no sólo no ayudan, sino que provocan más daño. Y el estómago no es el único en quejarse de hambre, sino que las dietas también afectan el cerebro.
Si bien el cerebro ocupa una pequeña parte en nuestro cuerpo, consume una gran porción de la energía que necesitamos a diario para funcionar como seres humanos, por eso, cada vez que comenzamos una “dieta de hambre”, el cerebro también sufre y lo demuestra reduciendo la atención, la memoria, la concentración y volviéndonos más irritables, malhumorados, enojados.
Esto significa que las dietas no sólo pueden alterar el funcionamiento del aparato digestivo, sino también la base de nuestro complejo sistema, es decir, el cerebro. Por lo tanto, cada vez que intentemos adelgazar pensemos en modificar hábitos y contemplemos además de la comida y el ejercicio, nuestra mente. Pues considerar que el cerebro tiene gran influencia en cómo nos comportamos puede ayudarnos a modificar hábitos y perder peso, como así también, si consideramos que somos cuerpo y mente, evitaremos someter a dietas muy restrictivas al organismo entero.
No olvidemos que no sólo el estómago se queja con hambre, sino también nuestra mente que insiste en comer aquellos alimentos que nos gustan, nos dan placer pero están prohibidos; y simplemente deja de insistir cuando la dieta se levanta y podemos comer de todo en cantidades apropiadas.
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Imagen | Maxalba