Cuantas veces hemos escuchado decir “somos lo que comemos”, pues es una expresión muy frecuente y esconde una gran verdad, ya que nuestra dieta habla de nosotros debido a la gran influencia cultural en nuestra alimentación. Siempre decimos que dependiendo del lugar en que nacimos y del ambiente en que crecimos, la dieta se moldea con algunas u otras características.
Así, la dieta habla de cada uno de nosotros porque muchas veces desconocemos alimentos o preparaciones que para otros son muy comunes, hay platos que resultan proveedores de cierto prestigio para quien los come: por ejemplo: caviar, o también se asocia a clases socioeconómicas altas. Otras preparaciones son más características en los hombres, por ejemplo, todas las que incluyan carnes, mientras que es más frecuente que a las mujeres prefieran las pastas y las verduras con respecto al sexo opuesto.
También influye mucho la cultura del país en que nacimos y crecimos, porque en si hemos crecido en Norteamérica es probable que desayunemos con frituras y tocino, cuando en otros países esto suena totalmente extraño en la vida cotidiana.
Por otro lado, podemos asumir que quien escoge platos con cereales integrales y abundantes vegetales o frutas, cuida su salud mediante la dieta, mientras que encontramos personas que jamás consumen frutas a diario y que su dieta gira en torno a carnes, patatas, cebollas y pasta, es decir, en su alimentación falta fibra, vitaminas y minerales que sólo la diversidad puede ofrecernos.
Asimismo, quien lleva una dieta desordenada es probable que así lo sea en otros aspectos, o que tenga una vida notablemente agitada y estresante, mientras que aquel que puede explicar con detenimiento cuántas comidas realiza a diario y repite este patrón la mayor parte de los días de la semana, es probable que sea un individuo organizado con cierta estructura y rutina en todos los aspectos de su vida.
En definitiva, la comida es mucho más que nutrientes, es también parte de nuestro ocio, nuestra cultura, nuestras relaciones sociales, entre otros, por eso hablar de nuestra dieta y de lo que comemos, es también, hablar de nosotros, de nuestra identidad. De ahi que no sea tan fácil modificar nuestra alimentación ni nuestros hábitos, o dejar de comer aquello que preferimos porque queremos perder peso.
Comer es para nosotros mucho más que nutrirnos.
Imagen | MMarkus