Es conocida la efectividad para perder peso de las dietas reducidas en carbohidratos, pero hasta el momento, cuando el objetivo era cuidar la salud cardiovascular, siempre se indicaba una disminución en la ingesta de grasas, cuando en realidad, según se concluye con un nuevo estudio, para adelgazar y cuidar el corazón, es más útil reducir hidratos que grasas.
La investigación y sus resultados
El estudio se llevo a cabo con 148 hombres y mujeres obesos de entre 22 y 75 años de edad, sin diabetes ni cardiopatías. La mitad de ellos realizó una dieta reducida en hidratos y la otra mitad llevo una alimentación reducida en grasas.
Quienes llevaron la dieta baja en hidratos, no podían consumir más de 40 gramos de hidratos digestibles a diario (hidratos totales menos fibras) y quienes llevaron la dieta reducida en grasas debían consumir menos de 30% de las calorías diarias en forma de grasas y un máximo del 55% de las calorías en forma de hidratos.
No se les solicitó que modificaran la actividad física pero sí asistieron a clases de educación nutricional para aprender a controlar las porciones ingeridas y comer más sano.
Finalmente, después de 12 meses de evaluación, se observó que quienes llevaban la dieta reducida en hidratos perdieron en promedio 4 kilos más de peso corporal que quienes llevaban una dieta baja en grasas, y al mismo tiempo, quienes consumieron menos hidratos tenían menos grasa circulante en sangre y menor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) o un infarto, en los próximos 10 años.
Para tener en cuenta
Si bien los resultados del estudio muestran claramente un mayor beneficio a nivel de lípidos y por lo tanto, más protección a nivel cardiovascular con la dieta baja en hidratos, no se obtuvieron otros datos clínicos de enfermedad cardiovascular y su potencial incidencia, por lo tanto, las conclusiones podrían variar.
Por otro lado, quienes llevaron la dieta baja en hidratos no podían consumir toda la carne que quisieran ni consumir cualquier fuente proteica, sino que se priorizó la elección de grasas buenas y proteínas de calidad.
Además, si bien siempre decimos que es muy complejo reducir los hidratos de la dieta porque son alimentos muy arraigados a nuestra cultura, en ambos grupos, tanto en la dieta baja en hidratos como en la dieta baja en grasas, la adherencia fue semejante.
Entonces, quizá podamos concluir que consumir más fibras, escoger buenas grasas y sobre todo, potenciar la pérdida de peso cuando se presenta sobrepeso u obesidad, son los verdaderos cambios que benefician la salud cardiovascular, y no sólo buscar una reducción en la ingesta de grasas con el objetivo de cuidar el corazón.
De ahora en adelante, cuando se pretenda reducir el riesgo cardiovascular debemos saber que es fundamental el logro de un peso corporal saludable y que para ello, puede ser más beneficioso una dieta reducida en hidratos que una con bajo contenido graso.
Investigación | Ann Intern Med. 2014;161(5):309-318. doi:10.7326/M14-0180
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