Siete razones para no hacer dieta este 2019

Santiago Campillo

Colaborador

Licenciado en Biología, divulgador científico y autodidacta a tiempo parcial. Gentilhombre del S. XXI. La Comunicación Científica es mi pasión y también mi profesión cuando se deja. Inquieto por naturaleza, cómodo por vicio y creativo por enfermedad.

Apenas ha pasado la nube de la Navidad, y ya llegan los "ay madre mía" y el sentimiento de culpabilidad. Es el momento, aprovechando los propósitos de año nuevo, de ponerse al día con nuestro cuerpo. Es hora de una buena dieta. O tal vez no.

Existen muchas razones por las que mejorar nuestra alimentación y adquirir hábitos saludables, pero obsesionarse con la imagen y "solucionar errores" no están entre ellas. Hoy vamos a contarte siete razones por las que querer cambiar.

No debemos obsesionarnos con la imagen

Parece tan obvio que suena raro decirlo. Pero ante la obviedad, la ciencia tiene argumentos y estudios. En esta ocasión, los estudios lo confirman: puedes ponerte a dieta o no, pero no te obsesiones con la imagen. Según los análisis, la baja autoestima está fuertemente relacionada con los hábitos alimenticios y la práctica de deporte. En concreto, con la disrupción alimentaria, ya que este tipo de problemas se asocia a hábitos alimentarios poco saludables y una fijación poco sana por el deporte.

Estos problemas son especialmente fuertes en chicas adolescentes y en el peor de los casos esta obsesión puede desembocar en un trastorno dismórfico corporal. Esta patología la sufren entre una y cinco personas de cada 100, se da tanto en hombres como en mujeres Y comienza en la adolescencia. Por tanto, por muy obvio que parezca, obsesionarse con la imagen no es una buena razón para hacer dieta y sus consecuencias pueden ser más graves de lo que nos imaginamos.

Cuidado con los malos hábitos

A veces, dieta es sinónimo de un cambio alimenticio severo, que suele ser restrictivo, con el único objetivo de perder peso. Esto es incorrecto. Pero, además, puede confundirnos. Asociados a la dieta suelen llegar conceptos muy concretos: que si grasas malas y buenas, niveles de colesterol, carbohidratos... esto puede llevarnos a adquirir malos hábitos derivados de la confusión o la desinformación.

En el mejor de los casos, estos malos hábitos resultarán inútiles (como ocurre con los edulcorantes, cuyo efecto en la salud es prácticamente nulo por sí mismos). En el peor de los casos, adoptaremos patrones de dieta restrictivas o milagro, las cuales son muy malas para la salud. Si vas a ponerte a dieta, hazlo consultando a un experto de confianza.

Pueden resultar malas para tu salud

Ponerse a dieta, a priori, es una decisión que vela por nuestra salud. Este error de concepto es muy importante porque una dieta no tiene por qué ser saludable, ni siquiera por ser equilibrada. Esto es más grave si adoptamos una dieta "general", normalmente avalada por la cultura popular o por revistas que nada tienen que ver con los profesionales de la nutrición.

Una dieta inadecuada puede suponer un problema muy serio para nuestro organismo, y genera un estrés innecesario. Por otro lado, aunque consigamos perder peso rápidamente, lo volveremos a ganar en poco tiempo, debido al efecto rebote, cuyas consecuencias para la salud son muy perniciosas. Una mala dieta es, se mire como se mire, una mala decisión.

Dieta, decepción y frustración suelen ir de la mano

Uno de los puntos más importantes de las dietas y hábitos saludables está en la satisfacción personal. Si una dieta no funciona podemos enfrentarnos a una consecuencia respuesta: un atracón o la adquisición de malos hábitos que podrían desembocar en una actitud obesogénica.

Sin embargo, los cambios no se producen tan rápido o, si lo hacen, no es una buena señal. El cuerpo ha de adaptarse, y la pérdida de peso ocurre con el tiempo, si lo hacemos bien. Es más, podemos estar cumpliendo con buenos hábitos saludables y, sin embargo, no perder peso. Y es que el peso no lo es todo. Es mucho más importante tu salud. El reflejo de una buena salud es un peso razonable y una mejor condición y calidad de vida. Esto solo se alcanza con el tiempo y muchas dietas prometen (falsos) resultados a corto plazo.

Dieta y adherencia no se llevan muy bien

Probablemente, el factor más importante en una dieta sea la adherencia. Conocemos con este término a mantener a lo largo del tiempo unas pautas nutricionales adquiridas. Estas pautas, deberían ser los maravillosos hábitos saludables de los que siempre se habla. La buena adherencia es aquella que dura años. Idealmente, debería durar toda la vida. Esto no quiere decir que continuemos con una dieta hasta el fin de nuestros días.

Al contrario, significa que debemos ser capaces de adoptar unos patrones de alimentación saludable en base a la dieta que en su día comenzamos. Esto está en contra de los conceptos de dieta más rancios que se suelen utilizar. También es importante mantenernos bajo esos conceptos o adaptarlos a pesar del resto de factores. A lo largo del tiempo puede que mantengamos los buenos hábitos y, aun así, ganemos peso de nuevo. La cuestión es adherirnos a los hábitos saludables y ajustarlos para mantenerlos.

Mejor que adoptar una dieta: cambia tus hábitos y aprende a comer

Lo ideal sería cambiar el estilo de vida. Pero, como eso es un poco pretencioso, empecemos con los hábitos saludables. Adquirir pequeños hábitos es mucho más fácil de hacer y mantener. Podemos comenzar con eliminar el azúcar libre de nuestras comidas, aumentar la cantidad de verdura y reducir el exceso de grasa y los ultraprocesados, aprender a comprar productos más saludables...

Adquirir pequeños hábitos y ceñirnos a ellos nos llevará a objetivos más grandes. Si lo hacemos de forma progresiva, estos hábitos se convertirán en algo positivo y mantenido en el tiempo. Esta es la base de una vida saludable, una pérdida de peso y ponerse en forma. Una dieta es algo puntual cuyas consecuencias, si no cambian el resto de tus hábitos, se perderán en el tiempo.

El secreto no solo está en la dieta

Por último, hay una cuestión largamente olvidada: no solo es cuestión de comer bien. Entre nuestros hábitos saludables no podemos dejar de lado la actividad física, en forma de movimiento o, mejor aún de ejercicio. Para quienes se quejan del tiempo, existen cientos de manera de enfrentarse a los 150 minutos de actividad física a la semana que recomienda la OMS. Estos 150 minutos no son sinónimo de deporte, sino de evitar el sedentarismo.

No es necesario apuntarse a un gimnasio o plantearse un plan de ejercicios dedicado. A veces es tan fácil como subir escaleras, ir al trabajo en bici o dar un paseo diario. La cuestión es movernos. Esto, unido al cambio de hábitos que comentábamos, y no a una dieta en sí, es la combinación que nos asegurará una mayor salud y una pérdida de peso. Por otro lado, si nos animamos a hacer deporte, es vital saber elegirlo adecuadamente para conseguir esa deseada adherencia y evitar lesiones potenciales. El cambio del sedentarismo a la vida activa es radical: mejor humor, más energía, más calidad de vida... y sin tener que sufrir por culpa de una dieta.

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