Llega la hora de comer y toca recortarse, otro día más. El mal humor sube lentamente por tus entrañas hasta apoderarse de tu mente. Estás irritable por la dieta, pero quieres perder peso y sentirte mejor. ¿Es que no hay una solución mejor?
El hambre es uno de los principales factores, para muchas personas, de su estado emocional. Especialmente cuando hablamos del mal humor. ¿Por qué? Y más importante: ¿qué podemos hacer al respecto? Existen algunos consejos que nos ayudarán a sobrellevarlo.
¿Por qué me pongo de mal humor cuando tengo hambre?
Pasar hambre no es una sensación cómoda para nadie. Sin embargo, existen algunas personas especialmente sensibles. A estas, el humor se les agría y hasta se vuelven agresivas cuando tienen hambre. La razón en general es la siguiente: la reacción fisiológica ante un problema.
El mecanismo es el siguiente, cuando bajan los niveles de glucosa en sangre, una señal de que necesitamos comer, entre otras cosas, se envía una señal a las glándulas suprarrenales, las cuales controlan muchas hormonas. Entre ellas están la adrenalina y el cortisol, y se segregan en momentos de estrés.
Este mecanismo sirve para obtener azúcar del glucógeno almacenado en los músculos, pero también se comparte con las señales de peligro, por lo que el cerebro percibe una situación estresante. Otra señal relacionada es el neuropéptido, el cual participa en el nivel de hambre y la regulación del metabolismo de las grasas.
Este neuropéptido también está relacionado con un comportamiento agresivo, especialmente en ciertas personas, que poseen un receptor específico llamado Y1 y que está directamente implicado en este tipo de comportamientos. En conjunto, especialmente en las personas con este receptor, el hambre despierta una sensación de cansancio, malestar y, en algunos casos, agresividad.
Sobrellevar el mal humor es más fácil de lo que parece
Ademas de lo anterior, se han realizado algunos estudios tratando de averiguar por qué nos ponemos de mal humor y de qué manera. Según estos estudios el estado de ánimo previo, las condiciones físicas y la predisposición son tres puntos clave en la gestión del mal humor. A partir de todo esto, podemos lanzar algunos consejos:
Lo más importante, ¡no pases hambre!
Si estás a dieta y estás pasando hambre, con total seguridad algo no funciona correctamente. Uno de los principales problemas de las dietas es la adherencia. En un cambio de patrón alimenticio, pasar hambre quiere decir que no ingerimos lo suficiente para sentirnos saciados. Si esto es así, el primer consejo es que reajustes la dieta y hables con el nutricionista que está llevando tu caso.
Ojo, que de sentirnos saciados a sentirnos ansiosos o comer sin control hay muchos pasos y no siempre bien distinguidos. Como hemos visto, el hambre es uno de los principales motivos del mal humor. Perder peso sin pasar hambre es más que posible. El truco está en apostar por alimentos saciantes, con más fibra, comer toda la fruta y verdura que queramos, beber mucha agua o masticar adecuadamente.
Huelga decir que las dietas milagro están fuera, por completo, de la ecuación. No son sanas, son peligrosas, tienen un terrible efecto rebote, no funcionan y, en amor a este texto, te pondrán de muy mal humor. Busca cambiar tus hábitos alimenticios. Hazlo progresivamente si es necesario. Pero no pases hambre. Lo agradecerás, y los que te rodean también.
Evita la predisposición
En el estudio anterior, los investigadores describen un hecho curioso: el hambre es importante, pero no decisiva en el mal humor (a excepción de las pocas personas con exceso de receptor Y1). Sin embargo, el predisponerse al mal humor agrava este sentimiento. Es decir, oír malas noticias, discutir, regodearse en lo mal que lo estás pasando... es una apuesta segura para para el mal humor.
Esto no es nuevo. El hambre no es el único aspecto en el que la predisposición agrava los síntomas, por descontado. Por otro lado, en este caso existe un mecanismo fisiológico claro. El truco, entonces, está en no predisponerse a pasarlo mal. Nadie dice que debamos estar en el "mundo de la piruleta", ni dejar de ver al "elefante de la habitación". Al contrario, la resignación y la aceptación, así como pensar en el valor de los disgustos de manera relativa puede ayudarnos a mantener un humor aceptable.
No te estreses
Muy a la par del consejo anterior, podemos decirte que evites el estrés. El estrés es causante de por sí del mal humor. Parejos al estrés y la ansiedad están la agresividad y el mal humor, que puede agravarse con una mala dieta o por el hecho de pasar hambre. Existen técnicas de relajación y control del estrés que podrán ayudarnos a gestionar nuestro estado de ánimo de forma eficiente.
Descansa bien, duerme mejor
Dormir bien es la antesala a sentirnos mejor, en todos los sentidos. Aunque seguimos sin saber todos los detalles del papel que juega el sueño en nuestra fisiología, tenemos clarísimo que es necesario y positivo. Y también sabemos que nos ayuda a mejorar nuestro humor.
Esto se explica por la sensación de descanso, porque rebaja los niveles de estrés y porque afecta a otras variables fisiológicas que, a la larga, reportan muchos beneficios en nuestro cuerpo. Eso lo notamos en el humor que tenemos. Mantener una buena higiene del sueño es imprescindible si queremos vivir de mejor humor.
Haz ejercicio
Un método increíblemente efectivo de mantener el buen humor es hacer algo de ejercicio o, al menos, actividad física. Esto provoca una serie de cambios fisiológicos en nuestro cuerpo: secretamos endorfinas y otras hormonas que activan nuestro sistema de recompensa, activa la circulación y el metabolismo... en definitiva, nos hace sentir bien.
Mantener una vida activa es una manera segura de sentirnos de mejor humor. Además, también nos ayudará a sentirnos más atractivos y seguros, lo que, sin duda, promueve el buen humor. En definitiva, hacer ejercicio es bueno, y lo vamos a notar.
Cambia de hábitos
Todo lo anterior puede resumirse en una sola cosa: cambia tus hábitos. Ponerse a dieta no es necesario. Pasar hambre es una mala idea. Lo importante es mejorar cómo encaramos la vida. Es decir: comer más fruta y verdura, más fibra, más agua, menos azúcar, menos grasas y de mayor calidad, evitar los ultraprocesados, movernos un poco más...
Todo esto nos ayudará a descansar mejor, sentirnos mejor, movernos mejor, hacer las cosas mejor y tener un humor mejor. Nadie dice que sea fácil, pero sí que es sencillo. Lo mejor es ir cambiando de hábitos de manera progresiva. Esto nos asegurará la adherencia de la que hablábamos al principio, algo que muchas dietas son incapaces de alcanzar precisamente porque nos hacen sentirnos hambrientos. Si adoptamos buenos hábitos bajaremos de peso, nos sentiremos mejor y no pasaremos hambre.
Imágenes | Charles ph/Unsplash
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