Ya llevamos casi dos meses con nuestra dieta semanal y para quien más o menos la siga seguro que ha encontrado mejoras de calidad en su dieta. Las dietas que estamos proponiendo tienen la cantidad justa de grasas, proteínas de alto valor biológico y con seguridad no van a faltar vitaminas y minerales. Os animamos a seguir con este tipo de dieta sana, a la que por supuesto podéis hacer vuestras modificaciones según gustos culinarios y preferencias de alimentos.
La importancia de las cinco comidas al día
Hoy día son pocos los que dudan de la importancia de hacer 5-6 comidas al día. La fundamentación en el número de comidas al día reside en una óptima distribución calórica a lo largo del día, lo que hará que en ningún momento le falte energía al organismo y que en la medida de lo posible ésta no se acumule en forma de grasa.
Se recomienda que las comidas no estén separadas en más de cuatro horas, ya que en este tiempo es cuando empezamos a estar bajos de energía y la sensación de hambre se hace más notoria, algo que no es nada bueno para no pasarnos con las calorías. Un buen ejemplo de la distribuación diaria de comidas puede ser: 7:30 desayuno, 11:30 media mañana, 14:30 almuerzo, 18:00 merienda y 21:30 cena. Lógicamente habrá que adaptar las comidas a nuestro horario, pero con esto nos podemos hacer una idea aproximada.
Muchos piensan que hacer más comidas significa comer más y por tanto mayor ganancia de peso. Pero lo que ser pretende con hacer más comidas es distribuir el número de calorías diarias en varios cortes, evitando así los atracones o sensación intensa de hambre, ya que el aporte de energía es casi continuo.
Si hacemos solo 2-3 comidas al día vamos a necesitar comer más en esas comidas para llegar a nuestras calorías diarias, lo que conlleva mayor sobrecarga del sistema digestivo, mayor sensación de hambre a la hora de comer y mayor fatiga o falta de energía entre una y otra comida. Una comida copiosa es sinónimo de almacenar parte de esa energía en forma de grasa, sin embargo una comida ligera conlleva quemarla casi en su totalidad por las necesidades energéticas del organismo.
Los dietistas suelen distribuir las calorías diarias de la siguiente manera: Desayuno: 25%, Media mañana: 10%, Comida: 35%, Merienda: 10% y Cena: 20%. Como vemos, a partir de la comida las necesidades energéticas disminuyen, algo que suele corresponderse con nuestro nivel de actividad.
Con esto vemos que el desayuno debe ser más fuerte que la cena, algo que en muchos casos no se cumple y es importante porque por la mañana es cuando más energía rápida necesitamos, sin embargo por la noche las necesidades son evidentemente mucho menores. Aunque al principio cuesta acostumbrarse a hacer 5 comidas y distribuir las ingestas, en un par de semanas notamos que en ningún momento del día vamos a tener esa senación de cansancio o hambre y también que las digestiones son más livianas.