Sabemos que los intentos por adelgazar son generalmente extenuantes y que en el apuro de perder kilos de más podemos ser presa de dietas nocivas para la salud, por eso, hoy a pedido de nuestros lectores analizamos la dieta del guerrero, una propuesta diferente para combatir el sobrepeso. Vitónica responde a las necesidades de sus seguidores por ello esta vez colocamos bajo la lupa la dieta de Ori Hofmekler.
¿En qué consiste la dieta del guerrero?
La dieta del guerrero o The Warrior Diet fue creada para combatir el problema de obesidad actual, remontándose para ello, a las condiciones de vida de nuestros antepasados cazadores que pasaban largo tiempo sin comer para posteriormente, comer cuando conseguían alimento.
Así, la premisa de la dieta del guerrero es realizar una comida principal al día por la noche, evitando en todo momento los productos químicos, es decir, debemos consumir todos productos frescos y pasar largas horas durante el día sin comer, momento en el cual se utiliza grasa como fuente de energía y se eliminan toxinas.
Esto es lo que se llama ayuno intermitente o controlado que caracteriza a la dieta del guerrero y que sólo tiene fundamento en estudios realizados con roedores y en nuestros antepasados que comían una vez al día en grandes cantidades pasando el resto del día en movimiento sin alimento a la vista y en búsqueda del mismo.
Principios de la dieta del guerrero
Hacer una comida principal por la noche
Consumir alimentos no industrializados, como lo hacían los cazadores y recolectores del paleolítico, es decir, consumir frutas, verduras, legumbres, frutos secos, huevos, germinados y semillas, así como carnes frescas no procesadas.
Ejercicio para aumentar el gasto calórico.
Errores de la dieta del guerrero
Conociendo en líneas generales esta dieta propuesta por Ori Hofmekler podemos decir que si bien hay muchos aspectos buenos a destacar como la limitación en el consumo de alimentos procesados y la promoción de productos frescos así como la realización de actividad física, creo que no es una dieta adaptada a la realidad que vivimos.
Aunque tiene en cuenta nuestros genes no considera el ambiente actual que nos rodea, pues claramente antes el ayuno intermitente no era “obligado” sino simplemente natural porque no había otra alternativa hasta que se cazara una presa para comer, sin embargo, en la actualidad este ayuno intermitente se traduce en prohibiciones alimentarias que sabemos que lo único que generan es más deseo. Es decir, en un mundo donde la disponibilidad de alimentos es ilimitada, en donde por donde estemos podemos conseguir algo que comer y estamos rodeados de fotos, alimentos, aromas y demás que nos estimulan al consumo, es muy complejo mitigar los deseos para evitar un posterior atracón alimentario.
Es decir, mientras la dieta del guerrero continúa puede darnos grandes frutos pero cuando ésta culmine sin duda desearemos comer una chuchería, un pastel o una hamburguesa, pudiendo ser el inicio de un efecto rebote.
Por otro lado, la dieta del guerrero no es una dieta sostenible a largo plazo, sino que propone un inicio y un fin al alcanzar nuestros objetivos. Éste es otro de los errores de la dieta del guerrero que va de la mano con la poca adaptación a la realidad.
Incluso, si bien la dieta del guerrero contempla nuestros genes diseñados en un ambiente diferente como era el de nuestros antepasados, no contempla la fisiología humana que indica que tras las 3-4 horas el cuerpo comienza a experimentar hambre real y las señales neuronales y hormonales son cada vez más fuertes condicionando nuestra ingesta posterior.
Por todo esto, considero que la dieta del guerrero puede aportarnos muchas cosas buenas, pero al mismo tiempo, es una dieta limitada, no sostenible y poco placentera para quien la realiza, por lo tanto, no puede considerarse una dieta adecuada para adelgazar y conservar los logros a largo plazo. Quizá podríamos aprender de la misma el comer más productos frescos, ejercitarnos a diario y también, que no es necesario comer 6 veces al día para perder peso, sino que con comer unas 4 veces es suficiente para controlar nuestro consumo.
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