El trastorno de espectro autista es uno de los trastornos de los que más se está hablando en los últimos años. No es de extrañar, teniendo en cuenta que las estimaciones indican que 1 de cada 68 niños padecen TEA. La rumorología indica que los casos han ido aumentando en los últimos años, aunque lo que realmente parece es que cada vez hay más información, los padres tienen más detalles y más niños pueden ser diagnosticados.
A pesar de que las causas de este trastorno todavía no están claras y se considera que puede deberse a diferentes causas. Por ello, las investigaciones sobre TEA siguen trabajando en intentar determinar cuáles son estas causas.
Ahora, una reciente investigación señala una posible relación entre un componente que se puede encontrar en los alimentos ultraprocesados y el desarrollo de trastorno del espectro autismo. Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de interpretar esta información es que se trata de un único estudio concreto, y que investiga un tema muy complicado, en el que se pueden encontrar muchos matices y variables que todavía desconocemos. Por lo que, por el momento, no sería responsable - ni se puede ni debe - hacer afirmaciones definitivas y sin matices.
En cuanto a la investigación, una de las cusas que la motivó fue la prevalencia de problemas gástricos en niños con trastorno del espectro autista. Según estos investigadores, al analizar las heces de dichos niños, se encontraban niveles altos de ácido propiónico (PPA) utilizado, por ejemplo, para conseguir que los alimentos envasados tengan una mayor vida útil o para inhibir la aparición de moho en algunos alimentos como el queso procesado o el pan.
Estos investigadores señalan haber encontrado que una alta exposición de las células madre a altos niveles de PPA podría dañar de algunas formas las células cerebrales. Entre otras cosas, esta exposición al PPA reduciría la producción de neuronas, mientras que aumentaría la de células gliales. Un exceso de estas células - que en niveles normales protegen nuestra función neuronal - podría afectar a la conectividad neuronal.
Además, señalan que podría también afectar a los niveles de inflamación del cerebro e, incluso, dañar las vías necesarias para que las neuronas se comuniquen con el resto de nuestro organismo.
Por el momento, esta investigación se ha llevado a cabo únicamente en laboratorio, en células in vitro. Por ello, el siguiente paso que los investigadores pretenden cumplir es reevaluar estos resultados en ratones. Por ello, por el momento, estos resultados deben tomarse con cuidado y precaución ya que el efecto in vitro no significa, necesariamente, que el mismo efecto se dé en situaciones normales fuera del laboratorio. Por ello, todavía estamos lejos de obtener conclusiones clínicas.
Imágenes The A Word
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