Aunque comúnmente lo llamamos autismo, el nombre oficial de este trastorno es Trastorno del Espectro Autista (TEA) porque no es una sola patología que siempre es igual en todos los pacientes, sino que existe un rango de alteraciones que, aunque comparten características comunes, varían mucho de un afectado al siguiente.
¿Qué es el trastorno del espectro autista?
El TEA es una condición neurológica que comienza a manifestarse antes de los 3 años. Afecta al aprendizaje, la comunicación y la interacción de las personas que lo padecen. Se calcula que 1 de cada 68 niños padecen TEA, una patología que es cinco veces más frecuente en niños que en niñas.
A menudo las personas con TEA tienen problemas para hablar con otras personas y mirarlas a los ojos, tienen un rango de intereses limitados, realizan comportamientos repetitivos con toda concentración, hablan para sí mismos en voz baja, y en general parecen estar siempre absortos en su propio mundo, con muchas dificultades para relacionarse y comunicarse con los demás.
Hay más casos que antes, pero tiene una explicación
Se oye a menudo decir que ahora hay muchos más niños autistas que antes, y se culpa al estilo de vida moderno, a las vacunas, a una mala alimentación... Pero lo cierto es que la explicación es mucho más lógica.
Según la American Academy of Pediatrics, la causa está en que ahora los padres y pediatras están mucho más informados sobre el TEA y sus síntomas, y se realizan muchas más pruebas y seguimiento del desarrollo de los niños, y por eso hay más diagnósticos que antes, probablemente porque antes muchos casos quedaban sin diagnosticar.
Además, al cambiar la definición de autismo a trastorno del espectro autista, se están incluyendo muchos casos que antes, por tener síntomas mucho más leves, no se consideraban dentro del autismo.
¿Qué produce el autismo?
Los científicos todavía no saben cuál es la causa del TEA. Aunque el autismo se conoce desde los años 40, hasta hace unas décadas había muchas cosas que no se sabían, y aun queda mucho por investigar.
Durante mucho tiempo, se culpaba a los padres, y especialmente a las madres, de los trastornos del desarrollo que presentaban sus hijos. Se consideraba que este tipo de problemas estaban causados por madres especialmente frías. La neuropediatra Isabelle Rapin ayudó a desmentir este mito, demostrando que el autismo tiene una causa neurobiológica y las madres no tienen la culpa de nada.
Sin embargo, aun no está claro cuáles son exactamente esas causas, y se especula con dificultades en las conexiones neuronales, un crecimiento excesivo de algunas zonas del cerebro, problemas en el metabolismo cerebral y reacciones adversas del sistema inmunológico.
Un posible origen genético
Hay muchas evidencias de una posible causa genética del autismo: más de 100 genes podrían estar involucrados de una u otra manera en el desarrollo del TEA, pero la relación directa entre esos genes y la enfermedad es compleja y no está del todo clara todavía.
Para empezar, porque la mayoría de las personas con autismo tienen mutaciones en esos genes, pero cada uno tiene combinaciones diferentes de esas mutaciones, y para continuar, porque muchas personas con autismo no tienen esas mutaciones que los científicos han relacionado con el TEA, y a su vez muchas personas sin TEA sí que las tienen.
Así que lo más probable es que distintas mutaciones tengan distintos efectos y se combinen de distinta manera. Por ejemplo, algunas de esas mutaciones podrían afectar al hecho de que una persona muestre o no síntomas del TEA, otras podrían afectar a los síntomas concretos que muestre y otras podrían influir en la intensidad de esos síntomas.
Síntomas del TEA
Aunque el TEA puede ser muy diferente según la persona, se considera que hay algunos síntomas comunes a todos ellos, relacionados con los problemas de relación y los comportamientos repetitivos, que ayudan a reconocer el problema. Si los padres advierten este tipo de comportamientos en su hijo, es importante consultarlo con un médico para hacer las evaluaciones pertinentes.
Algunos de esos síntomas son los siguientes.
Síntomas relacionados con la comunicación
No responde a su nombre a los 12 meses.
A veces parece oír, pero a veces no.
No señala o hace "adiós" con la mano.
No sigue instrucciones.
Síntomas relacionados con la conducta social
No sonríe cuando alguien le sonríe.
Hace poco contacto visual.
Prefiere jugar solo.
Se queda ensimismado a menudo.
No señala objetos interesantes a los 14 meses.
No trata de llamar la atención de sus padres.
Síntomas relacionados con una conducta repetitiva
Se queda atascado haciendo lo mismo una y otra vez y no puede pasar a otra cosa.
Tiene un apego excesivo a los juguetes, los objetos o las rutinas (por ejemplo, sujetar siempre una cuerda o tener que ponerse los calcetines antes que los pantalones).
Pasa mucho tiempo poniendo cosas en fila o en un orden determinado.
Repite palabras o frases (a veces llamado ecolalia).
Otras conductas que pueden ser síntomas de autismo
Tiene patrones de movimiento extraños.
No sabe cómo jugar con juguetes.
Camina sobre la punta de los pies.
No le gusta trepar a las cosas o subir escaleras.
No imita las muecas.
Tiene rabietas intensas o violentas.
Parece tener demasiada sensibilidad al ruido.
¿Existe un tratamiento para el TEA?
Actualmente no hay una cura para el TEA, pero sí se considera que las intervenciones y terapias adecuadas pueden ayudar a atenuar algunos síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes, favoreciendo qu edesarrollen todas sus capacidades de aprendizaje y relaciones sociales.
Para empezar, un diagnóstico temprano y una intervención incluso antes de la edad escolar han demostrado tener un impacto muy positivo en los niños con algún nivel de TEA.
Además, suelen dar mejor resultado los programas y terapias estructurados y especializados. Normalmente no es buena idea ir cambiando y experimentando, y es poco recomendable el uso de terapias alternativas cuya eficacia no haya sido científicamente demostrada.
Por otro lado, puesto que cada persona con ETA puede presentar síntomas diferentes, es importante que la terapia se centre en las necesidades concretas de cada paciente y no solamente en el diagnóstico.
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