Por suerte, y a diferencia de hace una centena de años, contamos con una suerte de sistema de defensa "extendido" contra todo tipo de infecciones. Los antibióticos se encuentran entre los mejores aliados modernos contra las enfermedades adquiridas.
Estas sustancias aniquilan a los microorganismos infecciosos, cuando nuestro cuerpo no puede con ellos. Pero, ¿qué ocurre si es peor el remedio que la enfermedad? ¿Qué pasa cuando el antibiótico produce más daño del que cura? ¿Qué podemos hacer en estos casos?
Una pequeña introducción sobre los antibióticos
El mundo está lleno de peligros. Algunos son grandes y vistosos; otros son sutiles y lentos; pero también están los pequeños y peligrosos, como las bacterias. Cuando un microorganismo nos infecta, nuestro sistema inmune lo detecta y desencadena una serie de reacciones para combatirlo. Cuando esto pasa demasiado tarde, o el microorganismo es demasiado "listo" y se libra de las defensas, podemos recurrir a los antibióticos.
Los antibióticos no son otra cosa que sustancias con efecto biocida, es decir, que matan a los microorganismos vivos (como las bacterias). Los mecanismos y la naturaleza de estos antibióticos son muchos y muy diversos. Algunos aprovechan los mecanismos de reproducción de las bacterias, deteniendo su proliferación, mientras que otros son venenos dirigidos. En otras ocasiones, los antibióticos actúan sobre la membrana del microorganismo, rompiéndolo.
En cualquier caso, no existe un solo antibiótico ni una sola manera de actuar sobre los patógenos. Esto explica por qué la alergia ante los antibióticos no es universal: una persona puede ser alérgica a uno o varios antibióticos, pero no a todos. Y esto es bueno para nuestra supervivencia, por cierto.
La clasificación de los antibióticos existentes es compleja y densa. Se pueden ordenar según su actividad, la concentración que se necesita de ellos o, incluso, la estructura molecular principal que tienen. Los antibióticos más comunes de los que habrás oído hablar serán los derivados de la penicilina (como la amoxicilina), las cefalosporinas, carbapenems (todos estos dentro de los beta-lactámicos), las quinolonas o las tetraciclinas. Pero hay muchos, muchos más.
¿Qué es la alergia a los antibióticos?
Nuestro cuerpo puede reaccionar ante los antibióticos de manera desproporcionada. Esto es lo que pasa cuando hay una reacción alérgica: el sistema inmune actúa como si hubiera un ataque, pero sus medidas son demasiado exageradas.
Como ocurre con cualquier alergia, el cuerpo desencadena una serie de reacciones que van desde los sarpullidos a la hinchazón más extrema. En los peores casos, esto puede provocar la obstrucción de las vías respiratorias o el fallo de algún órgano, y resultar fatal. Como decíamos, esta reacción se desencadena por una respuesta exagerada a la sustancia, el antibiótico, que es detectado como una molécula peligrosa.
Las alergias a los antibióticos pueden darle a todo el mundo. Como el resto de las alergias, a veces aparecen a lo largo de nuestra vida (y a veces desaparecen), sin un motivo aparente. En otros casos, han estado siempre ahí, pero no las habíamos detectado. En algunas ocasiones, la alergia a antibióticos tiene un origen genético. En definitiva, como explicábamos, es algo que puede ocurrir en un sinfín de circunstancias, aunque no es común.
Por otro lado, la alergia se da a una sustancia. Como hemos explicado, los antibióticos son muchos. Podremos sufrir de alergia a una o varias sustancias antibióticas, pero es prácticamente imposible padecer una alergia a todas.
Por último, las alergias a antibióticos se clasifican entre inmediatas y no inmediatas según el tiempo en el que tardan en aparecer. La intensidad de las mismas puede variar entre unas y otras. Las diferencias en intensidad también pueden mostrar relación, pero no tienen por qué ser más intensas las más rápidas y viceversa.
¿Cuáles son sus consecuencias?
El caso típico de alergia a alimentos se da de la siguiente manera: una persona toma por primera vez un antibiótico y no muestra señales especialmente alarmantes. En ese momento, sin embargo, su cuerpo reconoce la molécula y la registra para defenderse (como haría de un patógeno). La siguiente vez que tome el antibiótico, el cuerpo se pondrá a la defensiva, reaccionando ante un ataque que no existe.
Entre las consecuencias más típicas de la alergia a antibióticos tenemos las reacciones cutáneas como la urticaria, la hinchazón, exantemas, picores o, incluso, ampollas. Puede aparecer una anafilaxis que se muestra por el picor en las palmas, el enrojecimiento o la hinchazón de las vías respiratorias altas.
Otras consecuencias pueden ser las náuseas, el malestar general, mareos o, incluso, la pérdida de conocimiento. En los peores casos, la alergia puede derivar en un shock anafiláctico que puede resultar letal si no se trata de inmediato. También puede ocurrir un fallo organoespecífico que, como su nombre indica, puede afectar a un tejido y provocar problemas como la hepatitis o similares.
Ante una reacción alérgica a un antibiótico, o cualquier otra sustancia, hay que acudir lo antes posible al médico para suspender el tratamiento. En los casos más intensos probablemente deberemos ir en busca de asistencia médica inmediata. Si desconocemos la existencia de alergias podemos solicitar un diagnóstico que obtendrá a partir de varias pruebas de alergias (con raspador, determinación de inmunoglobulinas y otras).
Cuando no podemos usar un antibiótico
¿Qué ocurre cuando somos alérgicos a un antibiótico? Resumiendo mucho el tema: usamos otro. Como decíamos, por suerte, tenemos muchísimos antibióticos a nuestra disposición. Si nuestro cuerpo no reacciona bien ante una sustancia, los especialistas volverán su atención a otra distinta con un espectro similar.
No todos los microorganismos reaccionan igual ante los antibióticos, y estos también generan resistencias. Por tanto, no todos son igual de efectivos en las mismas condiciones. Esto pone alguna dificultad en el caso de las alergias, pero nada excesivamente grave y que no se pueda solucionar.
Por otro lado, el problema real no es con las alergias. Relacionado con este tema podemos habla de las multirresistencias. ¿Qué ocurre cuando un microorganismo es capaz de resistir a varios de los antibióticos? La batalla contra este es mucho más complicada. Especialmente si, además, contamos con alguna alergia provocada por otro biocida.
Por todo esto, especialmente por la emergencia de microorganismos panrresistentes (que lo resisten todo), los científicos están trabajando muchísimo para descubrir nuevos métodos de actuación contra patógenos. Entre dichos métodos está la viroterapia (usar virus para atacar a los patógenos o reforzar nuestras defensas), la inmunoterapia a partir de anticuerpos "artificiales", el refuerzo del sistema inmune y otras.
Por desgracia, nos estamos quedando, poco a poco, sin antibióticos efectivos. Esto nos impulsa a buscar nuevas terapias, algo que podría beneficiar enormemente a quienes son alérgicos a los antibióticos. Mientras tanto, por suerte para ellos, todavía tenemos una buena selección de antibióticos en caso de que nos fallen algunos.
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