La osteoporosis es un mal que afecta a muchas personas a partir de cierta edad (especialmente a mujeres), y que puede tener consecuencias muy negativas en una edad avanzada. El ejercicio físico ayuda a prevenir y tratar la osteoporosis y las consecuencias negativas que la acompañan, como son las fracturas.
Para prevenir la osteoporosis hay que hacerlo desde edades tempranas, y está demostrado que el ejercicio físico en la osteoporosis ayuda tanto a su prevención como a minimizar las consecuencias una vez que ya se ha producido.
¿Qué es la osteoporosis?
La osteoporosis consiste en la pérdida de la densidad de los huesos del organismo. Esto quiere decir que pierden consistencia (se vuelven porosos, de ahí el nombre de la enfermedad) y se hacen más frágiles.
Suele evidenciarse en edades avanzadas, y afecta más a mujeres debido a la menopausia (las disminución de la producciónd de hormonas repercute en el hueso), aunque también afecta a los hombres.
Consecuencias de la osteoporosis
La osteoporosis en sí no tiene por qué dar sintomatología alarmante. A no ser que sea un caso avanzado, por ejemplo con aplastamientos de vértebras que provoquen dolor, no tiene por qué dar molestias.
El problema es que, al estar el hueso debilitado, es más fácil que una caída, golpe o esfuerzo provoque una fractura. Son frecuentes sobre todo las fracturas de cadera, muñeca y vértebras.
Por lo tanto, el verdadero problema de la osteoporosis es que el hueso está más predispuesto a sufrir fracturas, que pueden llegar a ser muy incapacitantes, sobre todo si ocurren en personas mayores. En estos casos la recuperación es más lenta, y puede provocar una importante pérdida de autonomía para las actividades de la vida daria (asearse, vestirse, caminar…).
El hueso como tejido vivo
Es habitual pensar en el esqueleto como un armazón que soporta músculos, ligamentos, órganos y el resto de tejidos. El error está en creer que el hueso es un soporte sin más.
El hueso es un tejido vivo que está contínuamente cambiando, remodelándose para adaptarse a las necesidades del organismo. En el hueso se refuerzan las áreas sometidas a carga o tensiones musculares mediante líneas de fuerza, al igual que un constructor refuerza las áreas de un edificio que tiene que soportar más peso colocando columnas o contrafuertes.
La carga y el ejercicio como remodeladores del hueso
Los principales estímulos que hacen que el hueso cambie para adaptarse a los esfuerzos son la carga y las tracciones musculares.
La carga, es decir, simplemente desarrollar la actividad cotidiana de pie o caminando, venciendo la resistencia de la gravedad, o realizar actividades que requieran transportar peso (llevar una maleta o mochila al trabajo, las bolsas de la compra, cargar con tu hijo pequeño…) son estímulos que fomentan el refuerzo de las estructuras óseas del organismo, sobre todo en aquellas zonas que son puntos que soportan mayor carga.
Es por esto que en astronautas o, sin irnos más lejos, personas que pasan largo tiempo sin realizar actividad (encame prolongado debido a una enfermedad), el hueso pierde esta estructura tan sólida y queda debilitado, ya que el cuerpo no mantiene algo que no se utiliza, de la misma manera que también se pierde la masa muscular en estas situaciones.
Las tracciones musculares, es decir, las contracciones y elongaciones del músculo cuando realiza ejercicio, provocan estímulos sobre el hueso en el que insertan. De la misma forma que el ejercicio físico estimula a las fibras musculares a crecer, también este mismo estrés provoca que se desarrollen refuerzos en el hueso para mantenerlo listo para responder a estas tensiones.
Alimentación, medicación y osteoporosis
Además de las cargas y el esfuerzo físico, una medida fundamental para mantener el hueso en buen estado es llevar a cabo una alimentación equilibrada, saludable y con un buen aporte de calcio. Además, también es necesario una exposición al sol (unos quince minutos tres veces en semana son suficientes) para que se produzca vitamina D, que actúa en el organismo ayudando a fijar el calcio a los huesos.
Existen medicamentos que aportan calcio al organismo. El problema es que se suelen tomar cuando ya es tarde, es decir, cuando ya hay signos claros de osteoporosis. En estos casos el margen de mejora producido por los medicamentos es muy limitado. No aumentan significativamente la densidad del hueso como para hacerlos más resistentes a fracturas. Por sí solos no van provocar mejora. Si no se modifican el resto de factores (evitar sedentarismo, ejercicio físico de intensidad adecuada, alimentación saludable…) el riesgo a sufrir fracturas va a permanecer.
Conclusión
Además de la medicación para la osteoporosis (suplementos de calcio…) es necesario un estilo de vida sano (tomar el sol…) y activo, con ejercicio intenso (adaptado a la persona), buena alimentación (sana, equilibrada) y teniendo en cuenta que la osteoporosis es un mal que afecta a todo el organismo, por lo que es necesario mantener a todo el cuerpo en buen funcionamiento para poder hacerle frente o, mejor aún, prevenirla.
En la segunda parte de este artículo contaremos más sobre los beneficios del ejercicio físico en la osteoporosis.
Imagen | Mike Baird
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