Infartos, hipotermia... Las complicaciones de salud que tendría Santa Claus por vivir en el Polo Norte

Santiago Campillo

Colaborador

Licenciado en Biología, divulgador científico y autodidacta a tiempo parcial. Gentilhombre del S. XXI. La Comunicación Científica es mi pasión y también mi profesión cuando se deja. Inquieto por naturaleza, cómodo por vicio y creativo por enfermedad.

Imaginemos que en lo más profundo del Polo Norte se esconde, realmente, el mágico taller de Santa Claus, o Papá Noel. En mitad de un frío extremo, y con unas condiciones, como poco, difíciles ¿cómo viviría?

Dejando a un lado su maravillosa naturaleza fantástica, repasemos las complicaciones que tiene el vivir de forma constante bajo un frío intenso, que no son pocas. ¡Menos mal que tiene un ejército de elfos para echarle una mano cuando se ponga enfermo!

Qué efectos tiene el frío constante sobre nuestra salud

Con una temperatura de entre los -26 y los -46 ºC, el Polo Norte es conocido por ser uno de los puntos más extremos de nuestro pequeño planeta. Con semejante panorama, ¿a quién se le ocurriría colocar allí un lustroso taller lleno de elfos dispuestos a hacer juguetes y regalos? A Santa Claus, por supuesto. Pero claro, esto tendría una serie de consecuencias para su mágica y oronda figura.

En primer lugar, supongamos que dentro de su taller mágico hacen unos estupendos 21 o 22ºC, atendiendo a que seguramente estos elfos en concreto tienen su óptimo de temperatura en los mismos rangos humanos. Pero Santa tendrá que salir a traer leña, asegurar que los renos están en condiciones o, sencillamente, a mirar una noche perlada. También habrá partes de la casa que no estén bien aisladas, claro. Como quiera que sea, Papá Noel se enfrentará al frío en su día a día, de forma constante.

Tal vez, a lo más peligroso que se enfrenta este hombre mitológico sea al infarto. Según los estudios realizados, aunque algo viejos a estas alturas, indican que el frío por debajo de los 16 ºC aumenta la incidencia de este tipo de problemas en un 20%, y en su cuerpo bonachón, tal vez esto debería ser un motivo de preocupación.

El segundo punto, bastante más obvio, es la hipotermia. Teniendo en cuenta que a las temperaturas del Polo Norte, si no se está bien abrigado (y aún así), la hipotermia puede sobrevenir en unos pocos minutos, este factor debería ser importante, por mucho abrigo mágico que lleve nuestro personaje. Con solo la pérdida de un par de grados ya comenzaría a sentir los primeros síntomas de la hipotermia: amodorramiento, confusión, torpeza... poco a poco los músculos comienzan a ser más y más difíciles de mover. Si alcanzara los 33 ºC estaría ante un serio aprieto, y con solo pasar un minuto a 30 ºC su cuerpo se convertiría en una curiosa estatua.

Pero supongamos que siempre está increíblemente bien abrigado, con una comodidad que solo la magia puede brindar. Pasar todos los días bajo tu abrigo, mirando la nieve y los cortos días del invierno trae otra desagradable consecuencia: la depresión. Debajo de esa barba blanca y sonrisa brillante, nuestro Santa Claus probablemente esconde una depresión estacional patológica fruto de la fisiología (la falta de vitamina D, desajustes de la melatonina y otros cambios). Esta no se iría fácilmente en los meses cálidos, cuando el sol permanece largas horas en el horizonte, pero bajito, manteniendo ese desajuste en el ritmo circadiano de Santa Claus.

Santa Claus, la noche de la gripe y los elfos

Mientras Papá Noel se mantenga recluido en su norteño taller, no tiene nada que temer de los resfriados ni la gripe. En primer lugar, como ya os hemos contado, el frío no es una causa por la que aparezca esta enfermedad. También es cierto que os hemos explicado que puede ser una razón indirecta de su expansión. Sin embargo, recordemos que Santa Claus solo está rodeado de elfos, que supongamos que son de otra especie distinta a la humana.

Pues bien, como los virus que provocan la gripe y los resfriados tienen como hospedador a los humanos, y es bastante raro que se dé la transmisión de virus entre especies, podemos afirmar con bastante seguridad que un resfriado élfico jamás afectaría a Santa y viceversa.

Cuando Noel vuelva de su atareada noche de actividad, tras visitar el hogar de más de 7.000 millones de personas, con total seguridad se habrá traído una gripe consigo por el contacto directo (es lo que tiene colarse en la casa de la gente). Pero tras una semana, el virus desaparecerá en su taller, sin poder reproducirse en ningún otro huésped. Así que, en general, mientras esté en el Polo Norte, Santa Claus no tendrá razón para preocuparse de los resfriados más que una sola noche y la semana siguiente a esta.

Invernar no es una opción

Mantita, fuego y mirar por la ventana, ¡vaya estampa más idílica! El frío invita a pasar más tiempo durmiendo, descansar, no hacer nada... al sedentarismo, vamos. Y esto es un problema, por supuesto. Unido a los problemas de salud de los que hablábamos antes, Santa Claus deberá enfrentarse, seguramente, a una serie de problemas indirectos provenientes del sedentarismo.

Por supuesto, esto se puede combatir (se debe combatir, de hecho) con ejercicio en casa, actividades en el hogar y otras soluciones. De hecho, no todo es malo con tanto frío. Las bajas temperaturas puede ayudar a Papá Noel a promover el ejercicio, que no resulta tan molesto como en el verano. La baja temperatura, además, ayudará a controlar las inflamaciones que podrían hacer que le dolieran los miembros ejercitados.

En cualquier caso, dejarse llevar por la pereza del frío, no es una opción. Con el sedentarismo, todas las consecuencias de las que hablábamos antes se agravarían aún más, por lo que pase lo que pase, Santa Claus no debe dejarse llevar por las inmensas ganas de invernar de sus mágica chimenea polar.

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