Está claro que la obesidad es una pandemia, cuya tendencia actual no muestra buenas noticias, sino que por el contrario, estudios presentados en el Congreso Europeo de Obesidad de este año señalan que la cuarta parte del mundo será obesa en 2045 y una de cada ocho personas presentará diabetes.
Las cifras son alarmantes y no dejan de causar conmoción, pero el crecimiento de la obesidad no logra detenerse, lo cual significa que a nivel global se deben intensificar los esfuerzos para prevenir y revertir la obesidad que a su vez, eleva el riesgo de sufrir diabetes y otras enfermedades caracterizadas por una resistencia a la insulina a causa de un exceso de grasa en el cuerpo.
El crecimiento exponencial de obesos en el mundo
El estudio en cuestión proyecto teniendo en cuenta factores de riesgo para el desarrollo de obesidad y lo vinculo con el IMC de las personas que, de continuar con el mismo patrón de evolución, las cifras de obesidad pasarían de situarse en 14% en el año 2017 a ubicarse por encima del 22% en el 2045.
Este incremento podría implicar una mayor prevalencia de diabetes que en el mismo período subiría de 9% a casi 12% si el crecimiento de la obesidad se da como se proyectó.
Todo esto nos lleva a pensar que aun son insuficientes los recursos destinados a prevenir o revertir la obesidad o bien, no son efectivos como pensamos.
Lo primero es visualizar a la obesidad como una enfermedad, no como un problema de personas con falta de voluntad. En la misma inciden no sólo factores genéticos ni de dieta, sino muchos otros que es importante considerar al momento de actuar para su control.
Ver más allá del ejercicio y la dieta, tener en cuenta factores emocionales, sociales y culturales es clave para comenzar a desarrollar a nivel global recursos que aúnen esfuerzos en la lucha contra la obesidad desde la infancia.
Imagen | Pixabay
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