Se recomienda moderar el consumo de comida rápida, no sólo por su elevado valor calórico, su alto contenido en grasas y azúcares, sino también, porque potencia el envejecimiento, descontrola el apetito y se ha asociado a depresión. Como si fuera poco, se ha observado más asma, eccemas y rinitis en consumidores de comida rápida.
La relación entre este tipo de enfermedades y el consumo de comida rápida se estableció después de analizar datos de más de 500.000 niños de 50 países diferentes. Así, los niños y adolescentes que consumían comida rápida un mínimo de tres veces por semana, tenían más incidencia de rinitis, eccemas y asma.
La comida rápida concentra en su composición una elevada proporción de grasas saturadas, a veces grasas trans y azúcares también. Éstos nutrientes estresan al organismo, fomentan la producción de radicales libres del oxígeno y reducen la inmunidad de los consumidores.
Por ello, así como las frutas y verduras son ricas en antioxidantes y refuerzan nuestras defensas, la comida rápida las disminuye haciendo más probable el padecimiento de enfermedades como las antes dichas
Quienes come tres o más porciones de frutas semanalmente tienen entre 11 y un 14% menos de riesgo de padecer asma grave, eccemas y rinoconjuntivitis, mientras que aquellos que consumen tres o más veces por semana comida rápida como hamburguesas, tienen un 39% más de probabilidades de desarrollar asma grave.
Si bien sabemos que no es aconsejable consumir con frecuencia comida rápida, hoy sumamos una razón más para disminuir su ingesta. Asimismo, si bien no evitaremos estas enfermedades eliminando la comida rápida de la dieta ni tampoco proponemos como solución prohibir su consumo, lo ideal es reducir la frecuencia con que consumimos este tipo de alimentos e incrementar el consumo de frutas, verduras y otros alimentos nutritivos, sanos y que refuerzan nuestras defensas.
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