El herpes es una enfermedad relativamente común de la que la mayoría en algún momento hemos oído hablar, ya sea como responsable de calenturas y heridas alrededor de la boca, ya sea como una enfermedad de transmisión sexual.
Precisamente porque es relativamente común pero tiene distintas manifestaciones, no siempre tenemos del todo claro qué es exactamente el herpes, cuáles son sus síntomas o cómo se trata. Además, existen distintas enfermedades a las que llamamos herpes, lo cuál no hace más que aumentar el despiste general al respecto.
Para combatirlo, aquí llega Vitónica para dejar claro todo lo que debes saber sobre el herpes.
¿Qué es el herpes?
El herpes, o herpes simple, es una enfermedad causada por la infección de un virus que se caracteriza porque causa lesiones inflamatorias en la piel, habitualmente alrededor de la boca aunque pueden aparecer también en otras zonas, que tienen forma de pequeñas ampollas rojas rodeadas de un cerco también rojo.
Existen dos virus del herpes simple: el tipo I, que normalmente causa lesiones en la boca, la cara o la zona superior del cuerpo, y el tipo II, que suele afectar a la zona inferior el cuerpo, especialmente la zona genital.
No se trata de una enfermedad grave en la mayoría de los casos, pero no tiene cura. Una vez que una persona se ha infectado, la única posibilidad es tratar las lesiones, que pueden ser molestas y dolorosas. El virus sin embargo permanecerá latente en el cuerpo hasta que reaparezca en el siguiente episodio activo.
La diferencia con el herpes zóster
Existe otra enfermedad a menudo confundida con el herpes simple debido a la similitud de sus síntomas: lesiones en la piel en forma de ampollas de vivo color rojo que pueden resultar dolorosas aunque en este caso se distribuyen por todo el cuerpo.
Se llama herpes zóster y está causado por el mismo virus responsable de la varicela. Cuando una persona contrae la varicela, una vez curada, el virus permanece latente en el cuerpo. A veces, no siempre, se reactiva años después, causando una nueva enfermedad, el herpes zóster.
Tampoco existe tratamiento más allá de tratar los síntomas para que sean menos molestos o dolorosos. Esta enfermedad afecta al sistema nervioso y en ocasiones puede causar secuelas graves como dolor crónico o parálisis.
Herpes labial
El herpes simple tipo I se llama también herpes labial porque se contagia principalmente por contacto de boca a boca (ya sea directo o a través de objetos), aunque también puede haber un contagio bucogenital y que los síntomas se produzcan en esa zona. Normalmente se coge por primera vez en la infancia o adolescencia y ya se sufren siempre, de forma intermitente, sus calenturas o pupas.
Se estima que, en 2012, en todo el mundo lo padecían unos 3.700 millones de personas, lo que suponía un 67% de la población. En muchos casos el contagio se produce porque la persona portadora del virus no ha tenido aun síntomas y por tanto desconoce que lo tiene.
Síntomas del herpes tipo I
Muchas veces esta infección no presenta síntomas y por eso mucha gente desconoce que es portadora del virus.
El síntoma más común son las lesiones en forma de heridas y ampollas alrededor de la boca. Normalmente antes de que aparezcan estas lesiones, llamadas calenturas o pupas, los afectados sienten un cosquilleo, calor o escozor en la zona.
Tras la primera infección, el virus se queda en el cuerpo y puede volver a aparecer, especialmente en periodos de estrés, de bajada de defensas o de cambios de temperatura.
Cuando la infección del virus tipo I se produce en la zona genital, la dinámica suele ser la misma: muchas veces no hay síntomas, por lo que la infección pasa desapercibida y eso facilita su transmisión. Cuando los tiene, son también lesiones y ampollas pequeñas en la piel que rodea los genitales. Una vez curadas, el virus permanece, aunque es menos común que se reactive.
Posibles complicaciones
Aunque normalmente no es una enfermedad grave, en algunos casos pueden darse algunas complicaciones que sí pueden tener consecuencias serias.
Por ejemplo, en pacientes inmunodeprimidos a causa de una infección de VIH o de otras patologías, el virus del herpes puede dar lugar a brotes más frecuentes y más graves.
También puede ser más grave el caso del herpes neonatal: cuando un recién nacido se contagia por estar expuesto al virus durante el parto. Aunque son poco frecuentes, estos casos pueden causar discapacidades neurológicas permanentes e incluso la muerte.
Tratamiento y prevención del herpes labial
El tratamiento se reduce al tratamiento de sus síntomas, es decir, a curar las calenturas y evitar su expansión. Para ello son útiles los medicamentos antivíricos, como aciclovir, a menudo aplicados en forma de pomadas.
Prevenir el herpes tipo I no es sencillo porque a menudo la persona infectada no sabe que lo está. El contagio se maximiza en el momento de los brotes, por lo que en esas épocas conviene evitar todo contacto bucal directo o indirecto (compartir vaso u otros objetos) así como el contacto bucogenital.
Una persona que ha contraído este virus no puede volver a contagiarse, pero sí puede contraer el virus del herpes tipo II, por lo que sigue siendo necesario utilizar protección. El uso correcto de preservativos reduce el riesgo de contraer el herpes tipo II, aunque no lo elimina del todo.
Herpes genital
El herpes tipo II se llama también herpes genital porque es el principal causante de que la infección aparezca en la zona de los genitales. Comparte muchas similitudes con el herpes labial, ya que muchas veces no presenta síntomas lo cual facilita su contagio porque el portador a veces no sabe que lo tiene; no tiene cura más allá de los síntomas y una vez contraído queda en el cuerpo del paciente latente hasta el siguiente episodio.
Se calcula que más de 400 millones de personas en todo el mundo son portadoras del herpes genital. Hay más víctimas mujeres que hombres, ya que la infección se produce más a menudo de hombres a mujeres que al revés.
Síntomas del herpes genital
En muchos casos, el herpes genital no causa síntomas y por tanto el portador nunca se entera de que lo es. Cuando lo hay, los síntomas son pequeñas ampollas y pústulas alrededor de la zona genital. También puede causar fiebre, dolor, hinchazón e incomodidad en general.
Una vez curados los síntomas, el virus permanece en el cuerpo y puede volver a manifestarse. Normalmente los siguientes episodios son menos graves que el primero y su frecuencia va disminuyendo con el tiempo.
Posibles complicaciones
De nuevo, un sistema inmune débil puede causar complicaciones en estos casos. Para empezar, los episodios pueden ser más severos, y además pueden derivar en infecciones generalizadas, hepatitis, neumonitis y otras.
También puede causar daños graves en el caso del herpes neonatal, cuando un recién nacido lo contrae durante el parto. Puede causar problemas neurológicos permanentes o incluso la muerte.
A menudo, el principal problema es más bien psicológico, por el tabú y el rechazo social a las enfermedades de transmisión sexual. En general, esto no dura mucho tiempo y los afectados llegan a convivir con el virus sin mayor problema.
Tratamiento y prevención del herpes tipo II
Igual que en el caso anterior, los tratamientos antivíricos como el aciclovir, habitualmente en forma de crema, se emplean para curar los síntomas del herpes genital. No existe una cura para el virus en sí mismo, que permanece siempre en el cuerpo del portador y puede volver a activarse más adelante, aunque cada vez con menos frecuencia y menos virulencia.
El contagio del herpes genital suele producirse durante las relaciones sexuales. Utilizar siempre un preservativo es una forma de reducir el riesgo de contagio, aunque no lo elimina del todo porque las zonas afectadas a veces se extienden más allá de las que cubre el preservativo.
Imágenes | Wikipedia e iStock
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