Llega septiembre y con él llegan los propósitos para el nuevo curso. Septiembre es un gran momento para plantearnos qué cosas queremos empezar y con qué cosas queremos seguir. Sin embargo, retomar hábitos o adoptar hábitos nuevos, suele resultar complicado y, en ocasiones, nos cuesta mantenerlos en el largo plazo.
Este hecho lo habremos vivido cualquiera de los que hayamos intentado comenzar a hacer deporte o ir al gimnasio y a los tres días ya no éramos capaces de levantarnos del sofá para ir. Si pedimos consejo, algunas personas nos dirán que entrenamos la motivación mientras que otras nos dirán que tenemos que tirar de disciplina. Entonces, ¿por cuál optamos?
Motivación vs disciplina
Lo primero que necesitaríamos tener claro es cuál es la diferencia principal entre motivación y disciplina, porque en algunos casos puede parecer que hay una línea difusa. Sin embargo, la diferencia es importante y debemos tenerla en cuenta.
En el caso de la motivación, se refiere a un aspecto emocional: las ganas que tienes de hacer una tarea. En la disciplina, por el contrario, hablamos de razones, sin importar si tenemos ganas o no de hacer la tarea que vamos a hacer. Hay una razón y no una emoción para hacerla.
Dicho esto, parecería sencillo decir que para asegurarnos de que vamos al gimnasio, a entrenar o a cumplir cualquiera de los hábitos que nos hemos impuesto, deberíamos optar por la disciplina. Sin embargo, no es tan sencillo, ni tenemos por qué elegir.
Los beneficios de la motivación y por qué funciona
Una de las ventajas de la motivación, y por lo que muchos de nosotros podemos sentirnos más inclinada hacia ella, es que viene desde dentro. Es decir, se trata de algo más intrínseco - aunque también puede haber motivaciones externas -. En general, cuando hacemos algo por motivación es porque resuena mucho dentro de nosotros.
Debemos recordar que la motivación no deja de ser una respuesta adaptativa que se da para facilitar la adaptación y asegurar nuestro bienestar. La motivación se sustenta de motivos - que responden a necesidades vitales -. Cuanto más fuertes son esos motivos, y más relevancia tienen en nosotros, más exigen nuestra atención y que los cumplamos. Es por ello que resuenan tan fuerte en nosotros y pueden tener tanta relevancia a la hora de cumplir con una acción.
Por ello, si nos duele la cabeza solemos tener una gran motivación para levantarnos a coger un analgésico. Esa motivación de quitarnos el dolor de cabeza será más fuerte que cualquier otra en ese momento - descansar, trabajar, salir con amigos, etc. - porque es realmente importante para nuestro bienestar y para calmarnos.
Nuestros motivos y motivación imponen prioridades para que atendamos las conductas que son importantes. Sin embargo, la motivación es un proceso dinámico y la relevancia que tienen los motivos - "ponerse en forma"; "estar sano"; "beber agua para no deshidratarnos"; "salir con amigos para satisfacer nuestras necesidades sociales" - cambian de fuerza e intensidad, a pesar de que cuando cumplimos con algo por motivación la recompensa suele ser más alta.
Es por ello que, si queremos poner a la motivación de nuestra parte, debemos reforzarla y darle importancia a los motivos de manera activa, hasta que se conviertan en motivos dominantes que influyan directamente en nuestra motivación y conducta. Para ello existen diferentes técnicas. Lo primero es reconocer cuáles son nuestras necesidades, emociones, etc. Solo así sabremos cuál es el motivador que mejor funciona con nosotros.
En algunos casos será ir acompañado con un amigo, porque el apoyo nos motiva mucho, en otros casos ir acompañado, pero porque la competencia es nuestro mejor motivo motivador. Para otros será el ponerse metas e ir cumpliéndolas y para otros será prohibirse su alimento favorito y solo obtenerlo cuando cumplen con el entrenamiento. La motivación puede ser una herramienta muy fuerte y útil, pero es importante que demos con nuestro motivador más dominante.
Por qué funciona la disciplina
La disciplina, por el contrario, no depende de nuestra motivación. No necesitamos reforzar los motivos para hacer algo, porque da igual que estemos motivados o no - aunque sería mejor si lo estuviéramos -, tenemos que hacerlo y no hay más opciones.
La disciplina es muy importante para cualquier trabajador (imaginar solo ir a trabajar únicamente cuando nos sintamos motivados no es una opción, por ejemplo). La disciplina nos ayuda a actuar incluso cuando no tenemos motivación.
De hecho, una de las ventajas de la disciplina es que puede acabar haciendo que aparezca la motivación. Por ejemplo, imaginemos que cada día vamos al gimnasio a entrenar gracias al uso de la disciplina, aunque no tengamos ningunas ganas. Es muy probable que, aunque hayamos ido por obligación y sin ganas, al terminar cada entrenamiento nos hayamos sentido satisfechos con nosotros mismos por haber cumplido con nuestras obligaciones.
Por otro lado, tras varios entrenamientos, lo más probable es que hayamos ido cumpliendo objetivos y logrando cosas nuevas. Esas sensaciones de logro y de satisfacción con nosotros mismos son grandes motivos y pueden acabar desarrollando la motivación para seguir yendo a entrenar, pero esta vez con ganas.
La disciplina, por supuesto, también puede entrenarse: marcarnos objetivos, ponerlos por escritos, dejarnos la ropa preparada de la noche anterior, levantarnos cada mañana a la misma hora y seguir la misma rutina o ponernos recompensas a corto plazo según vamos cumpliendo objetivos pueden ayudar a entrenar esta disciplina.
¿Motivación o disciplina?
Existen diferentes teorías al respecto y diferentes personas te darán una respuesta diferente. Sin embargo, la motivación y la disciplina son diferentes caras de la misma moneda.
Por ello, probablemente, nuestra mejor opción es optar por una combinación de ambas en vez de optar únicamente por una de ellas y dejar la otra de lado. Especialmente, al principio, si estamos teniendo dificultades para encontrar la motivación, la disciplina puede ser de gran ayuda.
Por otro lado, esforzarnos en reconocer qué es lo que nos motiva a nosotros, qué motivos tienen una gran importancia en nuestras necesidades, etc., de manera que podamos utilizarlos para entrenar nuestra motivación. Disciplina y motivación juntas nos ayudarán a no dejar el gimnasio nunca más.
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