La cafeína es uno de los suplementos más eficaces y estudiados que existen por sus grandes efectos sobre el metabolismo y el sistema nervioso. Son muchos los usuarios del gimnasio que utilizan la cafeína media hora antes de entrenar para poder aumentar el volumen e intensidad del entrenamiento que van a realizar.
Por otro lado, la glucosa, el azúcar que tenemos en sangre, es la principal fuente de energía cuando realizamos ejercicios de alta intensidad y corta duración (sin contar los fosfágenos). Pero ¿qué relación hay entre la cafeína y la glucosa?
Sabemos que la cafeína es un gran activador del sistema nervioso central, quien se encarga de elongar y contraer las fibras de los distintos músculos que estamos trabajando.
Esto significa que, a mayor activación de este, habrá una mayor capacidad de realizar una fuerza que desplace la carga que queremos mover y, por ello, tendremos mayor capacidad de ganar masa muscular, o, a la hora de perder grasa corporal, seremos más eficientes manteniendo la masa muscular.
Por otro lado, la cafeína, entre muchos otros efectos que tiene sobre el organismo, también es capaz de que obtengamos más glucosa. Pero ¿cómo es esto posible?
Hay que entender que tenemos tres fuentes principales de glucosa, que es la propia glucosa plasmática (la que tenemos en sangre), los depósitos de glucosa en el hígado y en el músculo esquelético (esta última reserva es la más importante). Tanto en el hígado como en la masa muscular, la glucosa se almacena como glucógeno, que son cadenas de glucosa.
Para que el glucógeno se transforme en glucosa, este se tiene que dividir y, a mayor rapidez, mayor capacidad de generar energía, pues la glucosa es una fuente de energía muy rápida.
Uno de los efectos que tiene la cafeína es que hace que el glucógeno se divida más rápido y de forma más eficiente, por lo que la cafeína ya no tiene un efecto positivo sobre el ejercicio activando el sistema nervioso central, sino también sobre la masa muscular al ser capaz de producir mayor cantidad de energía.
Por otro lado, apartando la práctica deportiva, parece ser que el café y la cafeína tiene un efecto hipoglucemiante en personas sin patologías y con riesgo de padecerlas, pues, aunque a corto plazo aumenta la concentración de este azúcar en sangre, parece que a largo plazo, gracias a una mejora en la sensibilidad a la insulina, genera una mayor tolerancia a la glucosa.
Finalmente, en personas con diabetes tipo II, que son aquellas personas que suelen emplear algún fármaco como insulina o metformina para controlar los niveles de glucosa en sangre, parece ser que la ingesta de cafeína (y café) tiene un efecto positivo sobre su regulación, por lo que podría servir de terapia coadyuvante para controlar sus niveles de azúcar.
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