A la hora de perder peso hay dos pilares que debemos tener en cuenta, la alimentación y el entrenamiento.
En cuanto a alimentación, no hay secretos: lo que necesitamos es un déficit calórico.
No obstante, en este artículo te contamos qué debes saber a nivel de entrenamiento o ejercicio físico para perder peso, ya que hay, al menos, tres puntos clave que debemos tener bajo control.
Primero lo que no es negociable: el entrenamiento de fuerza
En primer lugar tenemos que poner sobre la mesa el entrenamiento de fuerza, que no es negociable. Dicho de otra manera, si pretendes perder peso sin realizar entrenamiento de fuerza, probablemente el resultado no te guste demasiado, al menos a nivel estético y de composición corporal ya que vas a perder masa muscular. Además, a nivel de salud, bajos niveles de masa muscular no son algo bueno.
De esta manera, lo ideal es entrenar la fuerza al menos un par de veces a la semana aunque podríamos establecer un máximo teórico y razonable de cinco sesiones por semana. No quiere decir que una sesión o seis o siete esté mal, simplemente que entre dos y cinco sería lo más habitual y óptimo.
Como consejo general, trata de que tus rutinas sean de frecuencia dos, es decir, que entrenes dos veces a la semana cada grupo muscular. Para ello da igual si usas un esquema híbrido, torso-pierna o incluso PHAT.
Segundo lo que es opcional: el entrenamiento cardiovascular
En segundo lugar y algo más negociable que el entrenamiento de fuerza tenemos el entrenamiento cardiovascular.
En términos de salud el pack completo lo tenemos si combinamos ambos aunque en términos de pérdida de peso y grasa el cardiovascular no es obligatorio. Puede ser más o menos recomendable en función de la persona y el contexto.
Por ejemplo, una persona con trabajo sedentario probablemente necesite incluir ejercicio cardiovascular en su programa de pérdida de peso o puede que también lo necesite una persona que ha sufrido sobrepeso u obesidad durante muchos años ya que parte de la grasa que posee es vieja y terca a la hora de desaparecer.
Tercero lo que facilita las cosas: el estilo de vida activo
Por último y de forma paralela a todo lo anterior, lo ideal es mantener y seguir un estilo de vida activo. Este estilo de vida activo es algo que se suma a la actividad física programada, ya sea entrenamiento de fuerza o cardiovascular, pero que no tiene nada que ver con ellos.
Un ejemplo de estilo de vida activo es usar menos el coche o el ascensor, tratar de ir a los sitios andando o en bicicleta y en general incluir algo de movimiento en nuestro día a día, aunque sea un simple paseo.
Los fines de semana implicaría hacer actividades basadas en el movimiento y que por ejemplo se desarrollen en la naturaleza: senderismo, surf, escalada...
En definitiva, un estilo de vida activo nos va a ayudar a aumentar nuestro flujo energético y por lo tanto podremos perder peso comiendo más, o al menos sin tener que restringir demasiado las calorías que ingerimos.
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