Continuamos con la serie de posts sobre la electroestimulación en el deporte y, después de haber hablado de los conceptos básicos, nos centraremos en ver en derribar ciertos falsos mitos: la electroestimulación debe ser un complemento del entrenamiento, y no un sustitutivo.
El tema de la electroestimulación es como el de las cremas o cualquier otro aparato de fitness casero que anuncien por la televisión: ¿funciona? Sí, claro que funciona ¿Pero funciona por sí solo? Rotundamente no. Lo ideal es utilizarlo como complemento a nuestro entrenamiento habitual.
Si os fijáis, en todos los productos de este tipo que suelen venderse, en algún lugar del empaquetado o de las instrucciones aparece (o debería aparecer) la frase: "el uso de este producto debe estar acompañado por una vida activa y una alimentación sana".De otro modo no veremos resultados.
La electroestimulación no es una excepción a esta regla: tanto los aparatos para fines estéticos como los especialmente diseñados para uso deportivo deben ser una ayuda para el entrenamiento, pero en ningún caso sustituyen al trabajo que realicemos en el gimnasio. Los milagros no existen: sudar la camiseta es necesario.
Pero un electroestimulador en buenas manos sí puede ayudar a alcanzar nuestros objetivos: su uso nos ayudará a maximizar resultados, ya sea en una rutina de aumento de fuerza, tonificación o pérdida de grasa. Podemos utilizarlo durante el ejercicio (bajo la supervisión de un profesional) o después del mismo como medio de recuperación.
Personalmente, cuando siento las piernas muy cargadas después de una sesión intensa me viene de lujo el programa de recuperación con electroestimulación: al día siguiente estoy recuperada y a tope para continuar trabajando.
El esfuerzo en el entrenamiento es necesario: la electroestimulación es un complemento muy interesante y valioso.
Imagen | Roger_mommaerts En Vitónica | Electroestimulación en el deporte (I): conceptos básicos
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