Los cambios y mejoras en nuestro cuerpo que podemos experimentar cuando empezamos a entrenar en el gimnasio no siempre se hacen notar en las primeras sesiones o semanas de entrenamiento, de hecho, pueden dilatarse meses. Todo va a depender de nuestro punto de partida y de lo intenso que entrenemos.
En este artículo queremos ayudarte a darte cuenta de cómo puede que sí estés progresando aunque no seas consciente de ello. Estas son cinco señales en las que puedes fijarte para saber si estás progresando.
Eres capaz de levantar más kilos
Una señal clara de que estamos mejorando y adaptándonos correctamente al entrenamiento es que somos capaces de levantar más kilos, ya sea en una barra, usando mancuernas o en máquina.
Se estima que en las primeras 6 u 8 semanas de entrenamiento, las primeras adaptaciones que hace nuestro cuerpo al mismo son de carácter neural, es decir, nuestro sistema nervioso se hace más eficiente a nivel de coordinación intermuscular e intramuscular.
Intermuscular hace referencia al factor técnico, es decir, a cómo nuestros músculos son activados de forma coordinada y en sinergia para realizar un ejercicio concreto. Intramuscular hace referencia a cómo nuestro sistema nervioso controla tanto la activación de nuestra fibras musculares como la frecuencia de impulsos nerviosos necesaria para activarlas.
Sea como fuere, si estás levantando más peso que al principio es que estás mejorando, sobre todo a nivel nervioso.
Eres capaz de hacer más repeticiones
De igual manera que sucedía en el punto anterior, una buena señal de que estamos mejorando, incluso si no somos capaces de meter más kilos en algún ejercicio, es que seamos capaces de hacer más repeticiones con los mismos kilos que levantábamos hace unas semanas.
Esto implica mejoras a nivel del sistema nervioso, pero también metabólico, sobre todo si esto sucede cuando llevamos ya varias series realizadas en ese grupo muscular o si el rango de repeticiones es alto (más de 12 por ejemplo).
Por un lado tendríamos las mejoras en cuanto a eficiencia nerviosa, pero por otro lado las mejoras a nivel metabólico como puede ser un mejor uso de sustratos energéticos y una mayor tolerancia al lactato.
Eres capaz de localizar mejor el trabajo en los grupos musculares objetivo
Puede que no lo parezca pero ser capaces de notar mejor los músculos que estamos entrenando es una buena señal. En todo caso supone una mejor técnica por un lado y una mejor propiocepción por el otro.
La propiocepción es la noción de saber dónde y cómo está situado nuestro cuerpo en el espacio en todo momento. En este sentido, una buena propiocepción es un grado más en nuestro camino hacia una técnica pulida ya que nos permite interiorizar mucho más los movimientos, sentir mejor los músculos y ser capaces de adaptar las técnicas de los diferentes ejercicios a una que nos venga bien a nosotros mismos.
Qué decir tiene que localizar bien los músculos que queremos trabajar se traducirá a largo plazo en un mejor estímulo sobre ellos.
Tus medidas corporales están subiendo o bajando
El peso corporal es un indicador, pero no es el único ni es del todo fiable. Si queremos bajar o subir de peso (perder grasa o ganar masa muscular), el peso en báscula puede no ser la mejor manera de medir el progreso, o al menos, no debe ser la única.
En este sentido cobran importancia cosas como nuestras medidas corporales, cómo nos vemos en el espejo o incluso cómo nos queda la ropa.
El espejo y la ropa pueden ser medidas subjetivas e imprecisas, pero llega un momento que hacen evidente nuestra evolución.
En cuanto a las medidas corporales, lo ideal es llevar un registro quincenal más que semanal. Tomar medidas del cuello, pecho, cintura, cadera y muslo es más que suficiente para evaluar qué está pasando en nuestro cuerpo si nuestro objetivos es perder grasa o ganar masa muscular.
Ya no tienes agujetas
Finalmente, un buen indicador de progreso es que ya no tenemos dolor por agujetas en nuestros músculos.
Las agujetas no son indicador, de ninguna manera, de un buen entrenamiento. En todo caso son un indicador de desadaptación, es decir, de que tu músculo no está preparado para ese estímulo o entrenamiento que le has dado. Puede adaptarse, sí, pero si sufres agujetas en un momento determinado es que todavía no lo has hecho.
Así pues, darse cuenta de que ya no tenemos agujetas después de entrenar a lo largo de la semana es un gran indicador de que nos estamos adaptando al ejercicio. Además, esto nos permitirá imprimir más intensidad en los entrenamientos.
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