Hoy en día se han popularizado en los gimnasios, tanto en los pequeños y de toda la vida como en los centros de alto rendimiento o en los grandes gimnasios comerciales, el uso de superficies inestables (¿o son superficies que generan inestabilidad?) para el entrenamiento. Realmente ¿les damos el uso adecuado a estos implementos?
El entrenamiento sobre superficies inestables proviene del mundo de la rehabilitación, donde comenzó a utilizarse para la recuperación de lesiones, generalmente del tren inferior. Las evidentes mejoras en el sistema neuromuscular hicieron que pasase de las consultas de rehabilitación al entrenamiento funcional, y de ahí a los grandes gimnasios.
Lo que hacen estos implementos como el bosu, el fitball, el TRX, los discos de inestabilidad, los cojines de inestabilidad... es aislarnos de la superficie estable del suelo. De este modo, al encontrarnos sobre una superficies inestable nos vemos obligados a activar ciertos mecanismos de nuestro cuerpo para generar esa estabilización que nos falta.
De esta forma, el trabajo con superficies inestables incide en el entrenamiento del equilibrio, la propiocepción (el sentido que informa al organismo de la posición de los músculos en el espacio), la estabilización y, de manera muy significativa, en el trabajo del core o musculatura profunda del abdomen, que tiene una función estabilizadora.
Pero, ¿es conveniente siempre el entrenamiento en inestabilidad? En el caso de que estemos hablando de rehabilitación de lesiones, es beneficioso siempre que sea guiado por un profesional, en este caso un fisioterapeuta. En el caso del entrenamiento de fuerza que por norma general se realiza en los gimnasios, depende de varios factores.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es nuestro propio nivel de entrenamiento: antes de realizar un movimiento sobre una superficie inestable debemos ser capaces de hacerlo perfectamente sobre el suelo. Además, nuestra alineación corporal debe ser correcta "en tierra firme" si queremos mantenerla en inestabilidad. Las superficies inestables deben ser una progresión dentro de nuestro entrenamiento.
De poco sirve que nos pongamos a hacer sentadillas sobre un bosu si no dominamos correctamente la técnica de la sentadilla clásica: el riesgo de lesión es mucho más alto que el beneficio que se obtiene, no merece la pena jugársela por querer imitar al que está a nuestro lado (ojo con la seguridad cuando estamos entrenando en inestabilidad).
Aparte, muchas veces deberíamos preguntarnos "¿para qué estoy haciendo esto?". ¿De verdad necesitas hacer una flexión con los pies en el fitball y las manos en el bosu? Si el objetivo es activar la musculatura profunda abdominal, ¿acaso no hay formas más sencillas (y menos arriesgadas) de hacerlo?
En resumen, antes de subirte a ese fitball o a ese bosu, reflexiona: ¿tengo el nivel suficiente para realizar este ejercicio en inestabilidad? ¿es correcta la seguridad del entrenamiento o los riesgos son mayores que los beneficios? ¿qué fin tiene exactamente el ejercicio que voy a realizar?
Imagen | Thinkstock
En Vitónica | Cosas que tienes que saber antes de sentarte encima de un fitball
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