Kakasana o la postura del cuervo es una de las asanas de equilibrio más recurrentes en Yoga. Nos ayuda a ganar fuerza en brazos y muñecas, a encontrar nuestro punto de equilibrio, trabajar la musculatura interna del abdomen y también a mejorar nuestra propiocepción y nuestro control corporal.
Si intentamos realizar esta postura sin seguir las indicaciones adecuadas no puede resultar muy frustrante el hecho de no poder mantener el equilibrio (a mí me pasó durante mucho tiempo); sin embargo, con unos sencillos tips esta asana resulta mucho más sencilla y seremos capaces de hacerla prácticamente desde el principio.
Te enseñamos a realizar la postura del cuervo o kakasana paso a paso para que puedas integrarla en tus rutinas de entrenamiento.
Cómo se hace kakasana o la postura del cuervo de Yoga
Partimos de una posición en cuclillas, con las manos bien abiertas y apoyadas firmemente sobre suelo, con las rodillas abiertas hacia los lados (por fuera de los brazos) y el pecho colocado entre ellas. Las puntas de los pies están apoyadas en el suelo antes de comenzar a llevar a cabo esta postura.
Es importante que la postura desde la que iniciamos la asana sea la correcta para facilitar el equilibrio: cuanto más espacio creemos entre las manos y más abiertas estén nuestras cadera, más sencillo será subir y mantenernos en equilibrio después.
Desde la postura de inicio inclinamos el torso hacia delante colocando el peso de nuestro cuerpo en nuestra zona media. La cabeza debe mantenerse recta mirando hacia delante, y es importante focalizar la mirada en un punto un poco lejano por delante de nosotros, y no en el trozo de suelo que se encuentra directamente debajo. Este es un consejo muy sencillo que no todo el mundo tiene en cuenta y que facilita mucho (mucho, mucho) la postura.
Una vez que hayamos colocado el peso en nuestra zona media, comenzamos levantando uno de los pies del suelo. Cuando estemos bien seguros, levantamos el otro: nuestra mirada debe mantenerse al frente y debemos presionar bien el suelo con nuestras manos, con nuestros dedos extendidos. Los codos están flexionados y las pantorrillas apoyadas sobre la mitad superior de nuestros brazos.
Nos mantenemos en esta postura el tiempo que podamos: podemos comenzar con solo cinco o diez segundos para ir aumentando los tiempos según vayamos mejorando en la misma. Para bajar a la posición inicial, apoyamos suavemente los pies en el suelo.
Los beneficios de kakasana o la postura del cuervo de Yoga
Esta postura de equilibrio fortalece sobre todo los brazos y las muñecas. Si no los hemos trabajado con anterioridad, podemos comenzar a hacerlo con otras posturas más sencillas, como por ejemplo la del perro boca abajo, en la que parte de nuestro peso también se encuentra sobre los brazos y las muñecas.
También nos ayuda a mejorar el control de nuestro cuerpo, siendo capaces de desplazar nuestro peso de un lugar a otro según nuestras necesidades. La activación abdominal es también importante a la hora de mantener el equilibrio en esta postura.
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