En natación hay una cosa muy importante, la técnica. No es como correr, que aunque la técnica sea regular puedes obtener buenas marcas. En natación si no hay una técnica medio decente por mucha resistencia y buena forma que tengamos las brazadas no serán eficientes y avanzaremos poco.
Si has escogido la natación para ponerte en forma o aumentar tu rendimiento lo primero que tenemos que valorar es si nuestra técnica es lo suficientemente buena como para ponernos a nadar mucho tiempo de seguido.
Si la técnica deja mucho que desear una buena opción es meternos en clases para mejorar la técnica, en casi todas las piscinas hay tres niveles: inicial, medio y perfeccionamiento. Sólo tenemos que valorar en qué grupos meternos.
Cuando empezamos a aplicar la técnica de natación correctamente son impresionantes los progresos, con cada brazada se avanza así como el doble de lo que lo hacíamos antes y la fatiga no es tan acusada. Es la diferencia entre nadar de cualquier manera o saber cómo hay que realizar el desarrollo de la brazada y la coordinación de los pies.
Y aún así, si tu nivel de nado es aceptable, nunca viene de más coger la tabla o el pull-boy y recordar ejercicios de técnica para que no aparezcan vicios raros que mermen la calidad de nuestro nado.
Ya de por sí, cuando se nada mucho tiempo y empezamos a meter volumen, en los últimos minutos la técnica pasa a un segundo plano debido a la fatiga. Imaginaros entonces con una mala técnica y fatigado, el nado puede ser de lo más ineficiente y al día siguiente aparecerán dolores en sitios raros por los movimientos y posturas que se adoptaron.
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Imágen | Flickr (Daquella Manera)